En el mes de enero del año 2000, Mercedes-Benz presentó en el salón del automóvil de Detroit (NAIAS) un prototipo muy curioso, que combinaba la denominación del roadster SL con la de su modelo Clase A, que por entonces era un monovolumen urbano, diferente al actual modelo compacto, lanzado en 2012. La idea era llevar las emociones del segmento de los descapotables a modelos más pequeños y accesibles.
El propio responsable de la marca por entonces, Jürgen Hubbert, comentó lo siguiente hace veinte años: "Por un lado, la combinación de letras delata la cercana relación con el superdeportivo SLR McLaren, que fabricaremos dentro de unos años (se lanzó en 2003), y por otro, el nombre de SLA indica, fuera de toda duda, cuál es la base técnica para este roadster: el Mercedes-Benz Clase A".
Así pues, este ejercicio de diseño estaba basado en el Clase A y tenía, por tanto, unas dimensiones compactas. Medía 3,77 metros de largo y prometía una gran agilidad en el plano dinámico. En comparación, un SLK (R 170) era 20 centímetros más largo y un SL (R 230), 73 centímetros más grande. Como buen roadster, lucía voladizos cortos, puertas muy grandes, un parabrisas muy inclinado o una zaga al estilo de las míticas Flechas Plateadas de la marca alemana.
El prototipo adelantó rasgos que llegarían después a modelos de producción, sobre todo en dos aspectos. El primero es el diseño del paragolpes frontal y, el segundo, la forma de flecha del capó, con el logotipo central de la estrella de Mercedes-Benz. Atributos que llegaron tanto al Mercedes-Benz SLR McLaren como a la segunda generación del SLK.

Bajo la carrocería del Vision SLA se escondía un motor conocido del Clase A, en concreto, un 1.9 tetracilíndrico de gasolina, con 125 CV de potencia y 180 Nm de par motor máximo a 4.000 rpm. Este bloque, asociado a una caja de cambios manual de cinco velocidades, garantizaba unas prestaciones decentes, aunque tampoco sobresalientes: 0 a 100 km/h en 7,9 segundos y una velocidad máxima de 209 km/h.
Los ingenieros del departamento de I+D de la marca experimentaron con nuevos materiales y técnicas, como demostró la combinación de aluminio y plásticos para la carrocería. Gracias a este tipo de soluciones de construcción ligera, el Vision SLA, de tracción delantera, pesaba únicamente 950 kilogramos.



En lo que a seguridad se refiere, el SLA también tomó inspiración del Clase A. La posición del motor, por ejemplo, permitía que, en caso de impacto frontal, el bloque no penetrara en el habitáculo, sino que se deslizara hacia la parte inferior del coche. Si hablamos de protección antivuelco, contaba tanto con un marco reforzado para el parabrisas como con arcos tras los asientos.
Los creadores de este concept también dedicaron mucha atención al sistema de iluminación del SLA, que estrenó por ejemplo unos pilotos con tecnología de tipo LED (hace 20 años), dispuestos en vertical y con intermitentes y luces de freno también a base de diodos luminosos. Los faros delanteros, por su parte, eran de xenón.

El habitáculo, bastante sencillo, también gozaba de un diseño que se basó en la idea de construcción ligera. Estructuras metálicas perforadas, mandos y diales de aluminio o asientos de tipo baquet, fabricados en fibra de carbono (como los del Vision SLR, que adelantó el SLR de producción, pero rediseñados), que resultaban un 25% más ligeros que un asiento convencional de turismo.
Tampoco había alfombrillas ni telas, sino superficies metálicas pintadas o tapizados de cuero de color marrón (en asientos, volante, reposabrazos...). Por su parte, el cuadro de instrumentos contaba con esferas clásicas, con la información básica, como velocidad, revoluciones o nivel de combustible.

Pero, ¿por qué no llegó a producción el Mercedes-Benz Vision SLA? En principio, habría encajado a la perfección en el catálogo de roadsters de la época. En 2002, el smart Roadster debutó, con 3,42 metros de largo, mientras que la segunda generación del SLK apareció en 2004, con 4,10 metros, y tomando algunos rasgos del SLA.
Para terminar, solo nos queda especular con la razón por la que este interesante prototipo nunca llegó a hacerse realidad. Quizá Mercedes-Benz no quería que canibalizase las ventas del smart roadster, cuyo desarrolló comenzó en el año 1998. También podría haber sido por la proximidad del SLA con el SLK, en lo que a nivel de precio se refiere. En cualquier caso, es posible que nunca lo sepamos.