Aunque parezca no tan lejano, cuando te paras a analizarlo con detenimiento, el año 1999 parece ser la prehistoria más profunda: no teníamos smartphones, no había Internet en la mayoría de las casas, vivíamos atemorizados por el 'Efecto 2000'...

Por supuesto, esta antigüedad también se podía hacer extensiva al mundo de la automoción, donde los motores diésel y los monovolúmenes eran tendencia, la tecnología digital aún no había desembarcado con fuerza y cuando pensábamos en coches eléctricos, lo hacíamos en prototipos llamados a no llegar a la producción.

Sin embargo, se veían algunas tendencias que podían tener consecuencias importantes en el sector. Por ejemplo, la intención de Volkswagen de contar con una berlina de lujo en su gama, una vía que Audi ya estaba explotando con fuerza dentro del propio Grupo Volkswagen, con el avanzado A8 y su flamante concepto de construcción ligera Audi Space Frame.

Sin duda, ese era uno de los anhelos de Ferdinand Piëch, máximo responsable del grupo en aquella época, así como presidente del Consejo de Admistración, que estaba empeñado en que Volkswagen mostrara todo su poderío, con un modelo que pudiera luchar, de tú a tú, contra las berlinas de lujo de Audi, BMW y Mercedes-Benz.

La leyenda (o tal vez realidad) afirma que el propio Piëch entregó una lista con instrucciones claras a sus ingenieros, en las que se especificaba todo lo que quería, así como 10 parámetros que el futuro modelo debería cumplir.

Según algunas fuentes, entre ellas se encontraba que el coche pudiera estar rodando durante un día a 300 km/h, ininterrumpidamente, aunque la velocidad se limitara a 250 km/h en el modelo de producción. Ese era el nivel que debería cumplir el futuro Phaeton...

Pero el primer paso en la historia del Phaeton, que acabó poniéndose a la venta en 2002, podríamos decir que se dio con el Concept D, nuestro prototipo olvidado, que se presentó en el salón de Fráncfort de 1999.

Allí, se pudo ver un modelo realmente elegante, que transmitía calidad, pero con un diseño algo más desenfadado que el del vehículo final. A fin de cuentas, basta con echarle un vistazo a la zaga, para descubrir unas líneas mucho menos serias que las del frontal. De hecho, de haber llegado así al mercado, con esa vista lateral propia de un coupé, puede que se hubiera adelantado al Porsche Panamera... y que hubiera tenido un mayor éxito comercial.

Volkswagen Concept D (1999)

En cualquier caso, hablamos de un modelo con carrocería de cuatro puertas, de 4.995 milímetros de largo, 1.874 de anchura y 1.440 de altura, que contaba con faros 'flotantes' de xenón, llantas de aleación de 19 pulgadas, pintura de color azul Du Pont... y, lo que es más llamativo, unos tiradores de las puertas que emergían de la carrocería.

Por dentro, se empleaban materiales como cuero, tejido Alcantara, madera o aluminio, al tiempo que se integraba un sistema multimedia con pantalla digital y navegador. 

Volkswagen Concept D (1999)
Volkswagen Concept D (1999)

Para completar el conjunto, bajo el capó, se encontraba otra de las 'joyas' favoritas del propio Piëch, el propulsor 5.0 TDI, una mecánica con arquitectura V10 e inyección directa (inyector-bomba), que según las informaciones de la época, contaba con "un sistema de sobrealimentación biturbo intercooler de geometría eléctricamente variable".

En total, desarrollaba 313 CV a 4.000 rpm y un par máximo de 750 Nm, desde 2.000 vueltas. El conjunto se completaba con un esquema de tracción total y con la transmisión automática Tiptronic de la época. Ahora bien, se dejaba abierta la posibilidad, en el futuro, de que pudiera emplear hasta mecánicas de tipo W12.

Así era el Concept D, el prototipo que nos mostró cómo sería el futuro Phaeton, un modelo bastante más serio y acorde a lo que se pide a una berlina de lujo, que estuvo a la venta hasta 2016 y que, muy a su pesar, no podemos calificarlo como un éxito.