Hace unos años, Porsche encargó a su equipo de desarrollo un automóvil basado en el Boxster 981, la tercera generación de su modelo descapotable, que fuera más radical y tuviera una relación peso/potencia destacable.
Fue en 2015 y la idea era homenajear al mítico Porsche 909 Bergspyder, el coche de carreras más ligero que la marca alemana ha desarrollado en toda su historia, con 384 kilos de peso. Un modelo de 1968, del que se trató de recuperar su filosofía... casi medio siglo después.
Para aligerar el peso, al Boxster que se utilizaba como base se le retiraron el techo, los tiradores de las puertas, el asiento del pasajero y el parabrisas; este último, sustituido por un pequeño 'deflector' de viento.
Sin duda, unas formas muy similares a las que, en el salón de París de 2018, vimos en la edición especial del Ferrari Monza SP1.
Si en algo no hubo dudas por parte de los ingenieros de Porsche, fue en ponerle el nombre de 981 Bergspyder (la numeración corresponde al modelo Boxster), como tampoco lo fue el color de su carrocería, blanca con detalles en verde.
En el habitáculo del prototipo predominan la fibra de carbono y el cuero sintético, con un cuadro de instrumentos heredado del Porsche 918 Spyder, el superdeportivo híbrido alemán. Incluso en el reducido espacio del interior, hay cabida para un pequeño compartimento, en el que se pueden guardar un casco, una funda para el asiento y poco equipaje más.
El peso en báscula finalmente marcó 1.099 kilos, después de incorporarle el motor bóxer de seis cilindros, con 3,8 litros de cilindrada, de aspiración natural, con 393 CV. Realmente, la mecánica se heredó del Porsche Cayman GT4, con la que, de esta manera, consiguieron una relación peso/potencia de 2,8 kilos por CV.
La velocidad punta nunca se llegó a desvelar, pero sí el tiempo de aceleración de 0 a 100 km/h, cifrado en poco más de 4,0 segundos.
Tras estudiar si el prototipo podría tener éxito en diferentes mercados, finalmente Porsche desestimó la producción en serie, quedando esta unidad como una pieza exclusiva.
Durante dos años, el automóvil se exhibió en el centro de desarrollo que la marca tiene en Weissach para, posteriormente, ser trasladado al Museo Porsche.
El pasado fin de semana, el público de la subida a la colina de Gaisberg pudo disfrutar, por primera vez, de esta pieza de coleccionista.