Hace ya un cuarto de siglo, Mercedes-Benz sorprendió a los aficionados de la marca con un roadster que estrenaba un novedoso concepto, el de un techo rígido eléctrico como alternativa a la clásica capota de lona. Hablamos, lógicamente, del Mercedes-Benz SLK R170. 

Esta primera generación del conocido SLK se transformaba de coupé a descapotable en menos de medio minuto, pero también introdujo algunas novedades interesantes en materia de seguridad, y de hecho recibió muy buenas puntuaciones en las pruebas de choque de la época, incluidas las de vuelco.

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Un poco de historia

El nombre de este roadster proviene de la manera en la que se referían a él los ingenieros durante el proceso de desarrollo: "SL corto", en alusión al Mercedes-Benz SL. De hecho, con una longitud de apenas 4,0 metros, el R170 era 50 centímetros más corto que el enorme SL de la generación R129 de entonces.

A lo largo de sus tres generaciones, el SLK ha vendido más de 710.000 ejemplares, de los cuales 311.222 fueron SLK R170, de primera generación. Cabe indicar que, desde el año 2016, Mercedes-Benz comercializó el modelo bajo la denominación SLC, en lugar de SLK, si bien fue descatalogado durante el pasado año 2020.

El Mercedes-Benz SLK cumple 25 años

La versión de producción de aquel primer SLK se presentó originalmente en el salón del automóvil de Turín, el 22 de abril de 1996, como un biplaza descapotable, justamente en una época en la que los roadster estaban resurgiendo en el mercado europeo, pasando sus ventas de 11.300 a 98.500 unidades entre 1992 y 1995.

El SLK resultó ser un producto importante para la marca, que contribuyó al auge de los descapotables en los noventa y los años 2000, y logró atraer clientes más jóvenes. Dos años antes de su llegada a producción, en 1994, Mercedes-Benz mostró, también en Turín, un prototipo plateado que adelantaba el modelo de producción, y unos meses después desveló otro concept en París.

El Mercedes-Benz SLK cumple 25 años

Concepto revolucionario

El SLK de producción supuso una revolución en 1996, sobre todo por su techo rígido automático, como hemos comentado anteriormente. Es cierto que la idea no era nueva en la industria del automóvil (Peugeot tuvo algo parecido en el 402 Eclipse de los años 30), pero el diseño del mecanismo electrohidráulico del SLK resultó ser una opción mucho más factible. Además, el techo se plegaba y replegaba automáticamente, de forma eléctrica, en apenas 25 segundos.

¿Por qué? Por el truco de las 'dobleces', que permite que los elementos de acero y cristal del techo se replieguen hacia atrás y queden escondidos bajo la tapa del maletero, permitiendo que la zaga del coche no sea demasiado larga y dejando, además, algo de espacio de carga disponible en el propio maletero.

El Mercedes-Benz SLK cumple 25 años

Como es lógico, el mecanismo se probó a fondo, y de hecho 30 prototipos se sometieron a ciclos de apertura y cierre de 20.000 veces cada uno, lo que equivale a accionar el techo 6 veces al día durante una década.

Inicialmente el roadster se ofreció en versiones SLK 200 (136 CV) y SLK 230 Kompressor (193 CV gracias a un compresor volumétrico), aunque a partir de la actualización del año 2000, se añadieron a la gama el SLK 320 con motor de seis cilindros y 218 CV, y el SLK 32 AMG de 354 CV. 

El Mercedes-Benz SLK cumple 25 años

Ya en 2004 llegó la segunda generación, el SLK R171, que estrenó, por ejemplo, el llamado AIRSCARF, la 'bufanda de aire' de la marca, que básicamente incorpora difusores de aire en los reposacabezas. 

El tope de gama o SLK 55 AMG, cuyo motor 5,4 litros V8 alcanzaba los 360 CV. El más salvaje de todos, no obstante, llegó en forma de SLK 55 AMG Black Series (el primero de la saga), y logró exprimir la potencia del V8 hasta los 400 CV, aunque solo se fabricaron 120 unidades. En todo caso, anunciaba un 0 a 100 km/h en 4,5 segundos y una velocidad punta de 280 km/h.