BMW Serie 3
Como decíamos antes, este era el coche que, por antonomasia, la gente introducía en su hipoteca. A muchos no les bastaba una berlina de una marca generalista, como Renault, Peugeot u Opel, sino que debían lucir una Premium, aunque no ofreciese un espacio mayor y las revisiones fuesen bastante caras.
Hummer H2
Sí, aunque parezca increíble, no era raro cruzarse con un Hummer en España. Principalmente, con un H2, que montaba un propulsor 6.0 V8 de 330 CV, que declaraba 18,1 litros cada 100 kilómetros en ciclo NEDC. Pero lo mejor de todo es que muchos de sus dueños jamás lo metían en el campo...
Jaguar XK
Por supuesto, había quien fijaba su vista en un coupé Premium y Jaguar, en aquellos tiempos, disponía del XK, tanto en carrocería cerrada como en la descapotable Convertible, con motores de hasta 416 CV. La segunda generación del coche llegó justo un par de años antes de que la crisis generada por Lehman Brothers cambiara todo.
MINI Cooper S
Desde luego, MINI no pudo aterrizar en mejor momento dentro del mercado español. A pesar de que eran (y siguen siendo) coches caros, muchos no pararon hasta que pudieron hacerse con uno. Al inicio, el Cooper S contaba con un motor sobrealimentado por un compresor volumétrico, con 1,6 litros y 163 CV, de origen Chrysler. Después, se cambió por una mecánica con turbocompresor, de la misma cilindrada, con 174 CV, desarrollada junto a PSA.
Mercedes-Benz CLS
La primera berlina de corte coupé supuso un éxito descomunal para Mercedes-Benz y demostró que, aunque los SUV estaban en pleno apogeo, no podían rivalizar en estilo y seducción frente a este tipo de vehículos. Normal que muchos no dudasen en vivir al límite por tener este modelo, aunque esa situación no tuviese sentido.
Porsche Cayenne
Tener el primer todoterreno de Porsche y lucirlo por las calles de la ciudad y en cualquier desplazamiento: a eso aspiraba mucha gente que le iban bien las cosas. Cuando llegaron las vacas flacas, este modelo se vendía como churros en el mercado de segunda mano por dueños que no podían costear su mantenimiento. La versión Turbo alcanzaba los 450 CV de potencia.
Range Rover Sport
Land Rover fabricaba todoterrenos de todo tipo, desde el campero Discovery 3 hasta el lujoso Range Rover, pero carecía de un 4x4 con aspecto deportivo. La firma británica se sacó de la manga el Range Rover Sport, un atractivo modelo que alcanzaba los 390 CV, en el caso de la versión Supercharged.
Renault Clio V6
En homenaje al Renault 5 Turbo, la firma francesa concibió un Clio con el mismo esquema: motor en posición central y propulsión trasera. Al inicio, el motor 3.0 V6 desarrollaba 230 CV y, con el restyling, la cifra llegó a los 255. El más potente costaba 42.000 euros y, aun así, sí hubo apasionados que no dudaron en adquirirlo.
Volkswagen Golf R32
Muchos jóvenes aspiraban a un Golf, pero los más acaudalados, incluyendo por supuesto a los treinteañeros sin familia, pusieron sus ojos en el R32, una versión de altas prestaciones con un motor atmosférico 3.2 V6, de 250 CV, y el sistema de tracción total 4MOTION.
Volvo XC90
La firma sueca se sobrepuso a su difícil situación financiera con este modelo, que se convirtió en una alternativa perfecta frente a los SUV alemanes. No era precisamente barato, pero se vendió fantásticamente bien en nuestro país durante muchos años.