Toyota sorprendió hace algo más de tres años a los amantes de los deportivos con el lanzamiento del genial Toyota GR Yaris, un pequeño utilitario de gran potencia, cuyo motor tricilíndrico y turboalimentado de 1,6 litros es capaz de ofrecer 261 CV de potencia, nada menos.

Casi todo el que lo ha probado ha acabado enamorado de su respuesta, su sonido y su comportamiento en zonas de curvas, pero ya sabemos que siempre hay quien necesita extraer más rendimiento de su deportivo.

En el caso de la compañía Powertune Australia, el objetivo no era sacar unos pocos caballos al bloque 1.6 turboalimentado de tres cilindros, sino prácticamente triplicar su cifra de potencia de fábrica. ¿Un GR Yaris con la potencia de un McLaren 750S? Pues sí...

 

Tras pasar por las manos del especialista australiano, el pequeño y poderoso motor del GR Yaris alcanza una cifra de potencia disparatada, de 751 CV a unas 8.100 rpm, es decir, casi 500 CV por encima de la cifra que ofrece el modelo de fábrica.

Según el propio preparador, se ha instalado un nuevo turbocompresor Garrett G30-770, un sistema de escape Akrapovic, un nuevo intercooler y un colector de escape fabricado a medida para la ocasión, además de una nueva ECU Motec para la gestión electrónica del propulsor de tres cilindros.

Si bien el GR Yaris de serie recurre a una caja de cambios manual de seis velocidades y a un sistema de tracción a las cuatro ruedas (con un diferencial Torsen en cada eje, en el caso del Circuit Pack), esta 'pelotilla' de Powertune ahora lleva una transmisión secuencial X-Shift y un nuevo embrague.

Apodado 'Rodent' (roedor), este Yaris tan bestia ya se ha sometido a más de 30 pruebas sobre rodillos, ya que Powertune Australia lleva más de un año diseccionando el pequeño motor de tres cilindros para exprimir hasta la última gota de rendimiento.

Si ya de serie el GR Yaris es un coche que rezuma poderío, corre mucho y suena de maravilla, imagina un pequeño utilitario de apenas 1.280 kilogramos con 751 CV de potencia. Según la firma, el coche en cuestión es propiedad de Peter Freedman, el fundador del fabricante de micrófonos Rode (y de ahí su nombre, suponemos).