Si conducir un coche clásico siempre es una experiencia para recordar y participar en la TraveSEAT es algo que todo amante a los SEAT 600 debería hacer alguna vez en su vida, imaginaos lo que es tener la suerte de hacerlo con un coche de SEAT Históricos. Pues básicamente, es algo que te hace sentir una persona muy afortunada.

Por eso, cuando se planteó la oportunidad de unirse a la ruta con un coche del departamento que conserva el legado de la marca, ni me lo pensé dos veces. Incluso, sin haber conducido un 600 en mi vida.

Esto que en mi caso parece algo normal, ya que nací unos 20 años después de que se fabricara el SEAT 800 de esta prueba, para una parte de la población no lo es tanto. Hablo de los nacidos en los años 50, 60 e incluso 70, que en algún momento tuvieron contacto con el famoso y admirado 600.

Galería: Prueba SEAT 800 de 1965

Y la verdad es que no es algo extraño, ya que, a buen seguro, el 600 fue uno de los coches más compartidos de la época, que pasaba entre familiares y amigos (incluso sin compra de por medio) con mucha asiduidad. Un excelente primer coche, como para mi generación lo fue el Ibiza.

Así que, ante el miedo al abismo de enfrentarse a lo desconocido, y a un coche de 25 CV y caja manual de cuatro marchas (la primera, sin sincronizar), una buena idea es dejarse aconsejar por la voz de la experiencia.

Y en ese caso, nada mejor que contar con un valioso apoyo en la travesía; en este caso, mi padre, que condujo un flamante 600 E de color rojo, allá por los años 70. De este modo, el 800 ya no tiene secretos para mí.

Y digo bien, 800. Ese es el modelo que el departamento SEAT Históricos, con Isidre López a la cabeza, me presta para la ruta. Y la verdad, tras alucinar con la suavidad con la que el motor se pone en marcha, los primeros kilómetros son de sudor en las manos.

Es algo que a veces sucede en nuestro trabajo, habitualmente con coches de museo o colección, perfectamente conservados como este y con apenas 3.200 kilómetros en el marcador. Sí, 3.200 km para un coche con 56 años de antigüedad, que se dice pronto…

Prueba SEAT 800 de 1965

Desde el kilómetro 1, lo que más me llama la atención es lo fino que va el coche, en todos los sentidos: la suavidad del motor, la alegría (y el ruido) con el que sube de vueltas, la ausencia de vibraciones en la dirección, lo bien que entran las marchas…

De hecho, me atrevería a decir que el 800 parece un coche recién salido de fábrica. Aunque, a buen seguro, este 800 vaya todavía mejor que los modelos que se ensamblaban en los años 60.

Y este punto nos sirve para enlazar con la historia del modelo. El trabajo de la carrocería se llevaba a cabo fuera de SEAT, en Carrocerías Costa, una práctica habitual en la época para modelos de poco volumen. Curiosamente, las carrocerías volvían ya pintadas a la fábrica de SEAT en la Zona Franca de Barcelona, donde se terminaba de ensamblar el vehículo.

En las instalaciones de la empresa, se cortaba por la mitad la carrocería del 600 y se ampliaba la distancia entre ejes en 18 centímetros, lo que permitía incluir las dos puertas traseras adicionales.

Como es lógico, las delanteras, que se abrían a contramarcha, tenían unas dimensiones menores de lo habitual, pero el conjunto se beneficiaba de una plazas traseras realmente amplias, con mucho espacio para las piernas, así como de un maletero tras los asientos (si es que lo podemos llegar a llamar así) en el que colocar un buen número de bultos.

Curiosamente, el pilar central resultante era tan fino que es imposible anclar en él unos cinturones de seguridad de tres puntos, así que el 800 lleva cinturones de dos puntos; más o menos, como los que llevan los aviones.

Prueba SEAT 800 de 1965

Nacido como un escalón intermedio entre el 600 y el 1500, del 800 se produjeron 18.200 unidades, entre 1964 y 1967, con un precio en la época de 75.000 pesetas (el equivalente a 450 euros). Comparado con los 600 que se fabricaron, hablamos de una cantidad muy, muy inferior, por lo que hoy en día es especialmente valorado por los coleccionistas.

Todo, acompañado por un motor de 767 cm3, que debía hacer frente a un peso unos 35 kilos superior al del modelo de dos puertas. Como curiosidad, su mayor amplitud hizo que gozara de gran popularidad como microtaxi, como los que poblaban la ciudad de Madrid.

Volviendo a nuestro protagonista, de un vistoso color azul y matrícula de Barcelona, no es un coche incómodo con el que moverse, teniendo en cuenta su antigüedad. Es cierto que los respaldos de los asientos te llegan por las costillas y que la dirección es pesada en parado, pero una vez en marcha, el 800 se guía con facilidad.

Además, el motor se mantiene vivo y si gestionas el cambio con precisión (la primera es prácticamente solo para ponerse en marcha), es fácil salir con alegría de los cruces y rotondas y mantener cruceros en carretera de unos 80 km/h (nuestra velocidad punta fue de unos 100 km/h).

Obviamente, el habitáculo prescinde de lujos, como radio o ventilación regulada, ya que este era un modelo de enfoque sencillo y práctico, que se pudiera comprar barato y reparar con rapidez.

De hecho, en el cuadro destaca un volante de enorme aro y, a su alrededor, apenas una cuantas palancas y botones para accionar las luces, los intermitentes, los limpiaparabrisas…

Prueba SEAT 800 de 1965

Y así, durante los algo más de 300 kilómetros que disfruté de él, pude comprobar aquello que tantas veces escuché de joven y que nunca había experimentado: cómo viajaban nuestros padres y abuelos, por aquellas carreteras de los años 60 y 70.

Por eso, si tienes la suerte de disponer de un SEAT 600 o cualquier derivado (en la ruta había hasta un Cover Serra), te invito a que te animes a participar en la TraveSEAT 2022, que con el nombre del SEATiago, recorrerá el Camino de Santiago, entre Logroño y la ciudad del Apóstol, entre el 22 y el 26 de junio del próximo año.