Tras más de 70 años de inactividad, Hispano Suiza desembarcó en el salón de Ginebra 2019 con ganas de hacer mucho ruido, mostrando una creación única al público y los medios asistentes: el nuevo Carmen. Un hiperdeportivo eléctrico, con un diseño basado en el legado histórico de la marca, que tomaba su nombre de la nieta del fundador: Carmen Mateu.
En ese mismo momento, Hispano Suiza volvía a ponerse bajo el foco del mundo de la automoción. Fundada en la Barcelona de 1904, por Damià Mateu y Marc Birkigt, la firma de la cigüeña volvía a levantar el vuelo, tras el cese de producción que tuvo lugar en 1946.
Desde que fue presentado, teníamos claro que queríamos probar este exclusivo deportivo, fabricado de forma artesanal, acorde a los valores de exclusividad y deportividad de la firma española. Y ahora, podemos deciros que ese momento ha llegado.
Galería: Prueba Hispano Suiza Carmen Boulogne
Sin embargo, como en Motor1.com siempre buscamos la excelencia, nuestra prueba se centra en el Hispano Suiza Carmen Boulogne, una serie todavía más limitada del Carmen, de la que solo se ensamblarán cinco unidades, destinadas a los coleccionistas más selectos del mundo.
¿En qué se diferencia esta edición especial? Más allá de que ofrezca más potencia y sea todavía más caro, su diseño y puesta a punto se inspiran en el mundo de la competición. Y ahí encontramos el vínculo con Boulogne, la ciudad francesa en la que se celebraba la Copa George Boillot, donde distintas versiones del Hispano Suiza H6 se impusieron en 1921, 1922 y 1923.
Ese enfoque hacia el mundo de los circuitos se ve reflejado en su espectacular carrocería, en la que la fibra de carbono queda a la vista, o en el hecho de que se prescinda de las ruedas traseras carenadas del Carmen 'convencional'.
Eso sí, como el coche se configura totalmente a la carta, acorde a los gustos de cada conductor, las posibilidades de personalización son infinitas. Y si no, que se lo pregunten a Michael Fux, que ha pagado 300.000 euros adicionales, solo para que su coche luzca un espectacular tono fucsia, que se ha creado totalmente acorde a sus indicaciones.
Tampoco faltan unas llantas de aleación de 20 pulgadas, tras las que se esconde un equipo de frenos con discos carbocerámicos, de 380 milímetros, desarrollados por AP Racing.
Sin embargo, la mayor seña de identidad del coche son las puertas de apertura vertical y automática, que normalmente llamaríamos de alas de mariposa, pero que, en esta ocasión, nos permitimos la licencia de denominar de alas de cigüeña.
De hecho, la figura del ave se deja ver en distintos puntos del coche, como en las luces traseras o junto a los retrovisores exteriores. Un símbolo que rinde homenaje a un as francés de la aviación aliada, caído durante la Primera Guerra Mundial, que combatía en un aeroplano motorizado por Hispano Suiza.
En el interior, se aprecian la calidad y el diseño propio de un coche que se ensambla a mano, de manera totalmente artesanal. No faltan materiales como la mejor piel o el tejido Alcantara, ni el punto tecnológico que aseguran dos grandes pantallas digitales: una para la instrumentación y otra para el sistema de multimedia y otras funciones, como el climatizador o los modos de conducción.
Sin embargo, la palma se la llevan unos excelentes asientos de tipo baquet, con múltiples ajustes, que cuentan con una estructura de fibra de carbono. Porque ese es otro de los puntos clave del Carmen Boulogne: la búsqueda de la mayor ligereza posible.
Al pasar a la parte mecánica, entra en juego QEV Technologies, el socio tecnológico de Hispano Suiza. Esta empresa está especializada en la movilidad y competición eléctrica y, entre sus mayores hitos, destaca el triunfo en la temporada inicial de la Fórmula E, en la temporada 2014-2015, junto al equipo NEXTEV TCR y al piloto Nelson Piquet Jr.
Ese bagaje en competición se traduce en un tren de propulsión 100% eléctrico, compuesto por dos motores dobles, encargados de mover las ruedas traseras, que pueden entregar un pico de potencia máxima de... ¡1.119 CV! Y, aunque la cifra oficial homologada es de 820 kW, desde la marca nos confirmaron que, técnicamente, sería posible alcanzar los 1.200 CV.
Esta primera toma de contacto, en circuito, tiene lugar con Luis Pérez-Sala al volante, piloto que compitió en F1, en 1988 y 1989 (entre otras muchas cosas), y que aporta un valioso trabajo de desarrollo con el coche. De hecho, este Carmen Boulogne sigue siendo un test-car... a pesar de que esté 'rematado' a un 95%.
Con el piloto barcelonés al volante, descubro de lo que es capaz el coche, que parece estar dispuesto a transportarte a otra dimensión, cuando se pisa el acelerador a fondo. En ese momento, más de 1.000 Nm de par llegan al eje trasero (según la marca, la cifra pico oficial son 1.600 Nm) y la sensación que se percibe es indescriptible.
No es solo que tu cuerpo se incruste contra el asiento, que también. Más bien, lo que te deja fuera de juego es el hecho de que llegas a sentir cómo el cerebro se aplasta contra el cráneo, mientras una sonrisa se te dibuja en la cara. Y no es para menos, ya que el Carmen Boulogne acelera de 0 a 100 en apenas 2,6 segundos. ¿Y la velocidad máxima? Pues está limitada a 290 km/h.
Otro aspecto que me sorprende, casi tanto como la aceleración, es la capacidad de frenada tan elevada que demuestra, gracias al mencionado equipo de frenos carbocerámicos.
Tras la clase magistral, llega mi turno. Y la verdad, las sensaciones son encontradas. Por un lado, no podría estar más emocionado, ya que llega el momento que he estado soñando durante los últimos meses. Pero por el otro, la presión es grande, ya que la marca quiere el coche de vuelta al box, sano y salvo, y aquí se cumple aquello de que "el que rompe, paga". Y romper algo puede suponer que hasta mis tataranietos sigan pagando la factura...
Según se cierra la puerta y me dirijo hacia la salida del pit lane, ya percibo que se trata de un coche especial, un deportivo con alma. En parte, puede que por el sonido tan especial que se genera en el habitáculo; en parte, por ver el logo de Hispano Suiza en el volante y ser consciente de todo el legado y la historia que hay tras él.
En mi caso, no dispongo de la máxima potencia (en el modo Sport, se reduce hasta 'solo' 680 CV), pero ahora estoy más interesado en explorar su comportamiento dinámico, marcado por una puesta a punto más deportiva que la del Carmen.
De hecho, el Carmen Boulogne cuenta con una suspensión modificada, más firme, que hace que el coche se convierta en una auténtica máquina de devorar curvas, con una facilidad que llega a asustar.
En este sentido, hay un factor que juega un papel fundamental: el empleo masivo de la fibra de carbono. Y no hablo solo de la carrocería, sino más bien, de su empleo en la fabricación del subchasis y en el propio chasis monocasco, de desarrollo específico, que apenas anuncia 195 kilos. De hecho, el peso total es sobresaliente para un modelo eléctrico: 1.630 kilogramos.
Si a ello le sumamos la rigidez del conjunto, el reducido centro de gravedad y una dirección tremendamente precisa y comunicativa, el resultado es el esperado: un modelo que cumple con lo que se le pide a todo buen deportivo. Y con esto, me refiero a frenar tardísimo antes de la curva, inscribir el coche con precisión en el viraje y abrir gas sin compasión en cuanto sea posible.
A partir de ahí, entra en juego la magia de la electrónica, que se ocupa de que cada rueda del eje posterior transmita la potencia al suelo, sin desperdiciar ni un solo caballo, gracias a un control electrónico, que reparte el par de forma precisa y tremendamente veloz.
Y una vez que se sale del circuito, basta con elegir una configuración con menos potencia y seguir conduciendo cómodamente, ya que la suspensión es firme y tiene poco recorrido, pero absorbe bien las irregularidades.
Por su parte, la batería que alimenta al sistema es de iones de litio, cuenta con 700 celdas y queda colocada en forma de 'T'. Diseñada y ensamblada por la propia marca, anuncia 80 kWh de capacidad y una autonomía ligeramente superior a los 400 kilómetros. Aunque según nos confirman fuentes de Hispano Suiza, el desarrollo de esta tecnología no se detendrá y, en el futuro, se ofrecerá a los propietarios la posibilidad de montar nuevas baterías mejoradas.
Al conducir este coche, al fin puedo comprender por qué todo un rey de España, como Alfonso XIII, llegó a caer rendido ante la ingeniería de Hispano Suizo, allá por el primer tercio del siglo XX.
Desde luego, el Carmen Boulogne te conquista con su diseño, tecnología, potencia y dinamismo. Si a todo eso le sumamos su limitada tirada, de apenas cinco unidades, no es de extrañar que su precio parta de 1.650.000 euros... antes de impuestos.
Una cifra que asciende hasta casi 2,1 millones de euros, tras cumplir con el fisco español. Ese es el precio a pagar por conducir un pedacito de la historia del automovilismo en España... y Europa.
Hispano Suiza Carmen Boulogne