Mazda cerró el año 2019 por todo lo alto, con la presentación de dos modelos fundamentales en su cartera de productos: el CX-30 y el reconocido Mazda3. Precisamente, este último es el protagonista de esta prueba, en su carrocería de tipo sedán. Un compacto totalmente nuevo, que se renueva por dentro y por fuera, ofreciendo por primera vez un sistema de hibridación ligera, en este caso, con red de 24 V, lo que le permite disfrutar, entre otras cosas, del distintivo ambiental Eco de la DGT.
Hablamos de una nueva generación y eso se traduce en cambios que se perciben de un primer vistazo. Por fuera, las líneas de la carrocería se han suavizado y el diseño de las ópticas principales y de los pilotos también transmite esa sensación de modernidad. Se trata de uno de los compactos, con carrocería de tres volúmenes, más elegantes del panorama actual.
Respecto a las dimensiones, la longitud de la carrocería alcanza los 4,66 metros, por 1,79 de ancho y 1,44 de alto. La distancia entre ejes es de 2,72 metros, bastante razonable para el segmento en el que milita. La capacidad del maletero llega hasta los 450 litros, un valor bastante razonable, teniendo en cuenta las proporciones exteriores del modelo japonés.
Pasamos al interior y apreciamos cambios considerables respecto a la generación anterior. El salpicadero presenta un diseño cuidado, tanto en la presentación como en la elección de los materiales. A diferencia de lo que sucede con otros competidores actuales, la instrumentación combina elementos digitales y analógicos, aunque la legibilidad es muy buena y no se echa en falta ningún dato relevante.
En el centro del salpicadero, encontramos la pantalla del sistema de infoentretenimiento, en posición flotante, con un tamaño de 8,8 pulgadas. De nuevo, la calidad de la imagen y la accesibilidad a las diferentes funciones, así como lo completo del sistema, con protocolos Android Auto y Apple CarPlay, no hacen más que sumar puntos positivos en la orden de compra de este vehículo.
Hablamos del acabado Zenith, el más completo disponible y eso se traduce en que el sistema de sonido lleve la firma del especialista BOSE o que el sistema de proyección de información en el parabrisas HUD, ahora sea en color y abandone la lámina plástica transparente de la generación anterior. Otros dos puntos más a su favor.

Llegamos al apartado mecánico y, nuevamente, nos encontramos con otra sorpresa. El bloque de gasolina, atmosférico y tetracilíndrico, anuncia un cubicaje de 1.998 cm3 y desarrolla una potencia máxima de 122 CV.
Se apoya en una caja de cambios manual de seis velocidades y en un sistema de hibridación ligera formado por un motor eléctrico de 7 CV (4,8 kW) de potencia y en una batería de iones de litio con una capacidad de 0,17 kWh. Como apuntábamos, este sistema eléctrico tiene una tensión nominal de 24 V (otros fabricantes apuestan por una red de 48 V), y solo apoya al motor térmico en determinadas circunstancias; en otras palabras, no es capaz de impulsar al vehículo en modo 100% eléctrico.

Hecha la aclaración, el vehículo japonés anuncia unas prestaciones muy razonables, con una velocidad máxima de 202 km/h y una aceleración de 10,4 segundos. Como era de esperar, el gran beneficiado de la hibridación ligera es el capítulo de los consumos. En ciclo mixto y según normativa WLTP, este Mazda3 solo necesita 6,1 litros para recorrer 100 kilómetros.

Una vez que nos ponemos en movimiento, el modelo japonés presume de una suavidad superlativa. El motor apenas transmite vibraciones al interior y suena lo justo. Es muy agradable tanto en tráfico urbano como en carreteras abiertas. A pesar de que los 122 CV de potencia que anuncia puedan resultar escasos, lo cierto es que los 1.200 kilos de peso del conjunto no son un problema para el motor.


Es cierto que, en determinadas circunstancias, deberemos recurrir con frecuencia a la caja de cambios y reducir una o dos marchas para mantener el ritmo (adelantamiento o pendientes con un desnivel pronunciado), pero eso nunca es un problema. El tacto exquisito del selector del cambio y la precisión en los recorridos, nos invitan a utilizarlo, incluso, más de lo necesario.

Por otra parte, la buena puesta a punto del chasis, la obediencia de la dirección asistida y el buen grado de confort que aporta la suspensión, completan un cúmulo de sensaciones positivas que el conductor y los acompañantes sabrán apreciar, desde los primeros compases.
Aunque el Mazda3 Sedan tiene un aspecto muy dinámico, en realidad, no transmite las reacciones de un vehículo deportivo. Sin embargo, aspectos como el control sobre los balanceos de la carrocería, junto con ese puntito de firmeza de la suspensión, hacen que el modelo oriental parezca más ágil de lo que demuestra el cronómetro.

Por último, tampoco conviene olvidarse del completo equipamiento que acompaña al acabado Zenith. De serie, disfrutarás de elementos destacados, como el control de velocidad de crucero adaptativo, la cámara trasera de asistencia al aparcamiento, los sistemas de alerta por cambio involuntario de carril, de alerta de ángulo muerto o el de frenada de emergencia en ciudad, además de las luces automáticas de carretera o el climatizador automático bizona, por citar solo algunos de los más importantes.
No obstante, gracias al paquete opcional Safety (1.000 euros), también podrás disfrutar de un sistema de asistencia al aparcamiento con alerta por tráfico cruzado, uno de visión periférica u otro de alerta por cansancio del conductor.

Respecto al precio, el Mazda3 Sedan SKYACTIV-G 122 CV Zenith cuesta 27.365 euros, sin descuentos oficiales. Una vez aplicados, la tarifa del vehículo japonés queda por debajo de la barrera psicológica de los 24.000 euros. Otra buena noticia, debido a que por ese precio, te estarás llevando uno de los compactos, en formato sedán, más equilibrados e interesantes de la categoría.
Mazda3 Sedan SKYACTIV-G 122 CV Zenith