Los motores rotativos emiten un sonido único entre los bloques de combustión. El ruido es como el de un taladro de dentista canalizado a través de un amplificador con el volumen al máximo. En este vídeo, puedes disfrutar de la cacofonía que ofrece el RX-7 personalizado de Rob Dahm, compitiendo contra un Jeep Grand Cherokee Trackhawk modificado.

No queda mucho de Mazda en este RX-7. El motor cuenta con cuatro rotores y un enorme turbo de 94 milímetros. La potencia total es de casi 1.350 CV, pero Dahm la reduce a unos 1.000 CV por motivos de fiabilidad.

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Este RX-7 tiene tracción a las cuatro ruedas. Dahm puede ajustarlo para que toda la potencia vaya a los neumáticos traseros o hasta el 50% al eje delantero. La caja de cambios es secuencial.

En comparación, la sintonía en el Grand Cherokee Trackhawk es bastante suave. Un ajuste para funcionar con bioetanol E85 aumenta la potencia hasta los 850 CV, frente a los 717 CV que tiene de serie. Lleva un juego de llantas de cinco radios y muelles Eibach.

La competición comienza con una carrera de 1.000 pies (304 metros). Con más potencia y menos peso que el Trackhawk, el RX-7 gana por varios coches de ventaja. Sin embargo, el Jeep hace un trabajo admirable para mantener el ritmo hasta la línea de meta.

La segunda carrera es de 500 pies (152 metros). Se supone que el Jeep tiene una ligera ventaja, pero hay un error de comunicación. Como resultado: carrera fallida. El Mazda en la salida pierde tracción y Dahm tiene que soltar el acelerador. Esto permite al Trackhawk llevarse la victoria en la carrera corta.

Entre carrera y carrera, Dahm encuentra un problema con el eje de transmisión delantero del RX-7. Esto significa que el coche tiene que correr con propulsión trasera para el desafío final. Esta vez, vuelven a hacer la carrera de 1.000 pies. El Jeep hace una gran salida, pero el Mazda le adelanta en la pista. Al final, el RX-7 le saca unos tres coches de ventaja.