Hace nada menos que 70 años, en el Salón de Chicago de 1952, Ford desveló un prototipo de lo más innovador, que echaba un vistazo al futuro del automóvil en aquella época, y lo hacía con una dotación tecnológica por entonces muy, muy avanzada.

El prototipo en cuestión, ideado como un 'dream car' o coche de ensueño, fue creado por el departamento de diseño de Lincoln, y de hecho inicialmente se llamó Lincoln Continental 1950X. A cargo de su aspecto exterior estuvo el diseñador Joe Oros, mientras que del interior se encargó John Najjar.

Galería: Ford X-100 concept (1952)

Dado su futurista diseño, el modelo no terminó de convencer al público, por lo que Ford volvió a mostrarlo en 1953, siendo el prototipo ya totalmente funcional. Destacaba, por ejemplo, su techo practicable de cristal, que era de accionamiento eléctrico, así como sus asientos calefactados y de ajuste eléctrico, o un teléfono en la consola central.

El coche gozaba también de soluciones como un maletero de apertura y cierre eléctrico, que se accionaba mediante un botón, un sistema de gatos hidráulicos para elevar la carrocería en caso de pinchazo, un limpiaparabrisas capaz de eyectar agua fría o caliente (en función de la temperatura exterior) o una máquina de afeitar eléctrica en la guantera.

Ford X-100

Entre los rasgos de diseño que finalmente llegaron a modelos de producción, quizá el más significativo es el aspecto de los pilotos, que se hizo popular en el Ford Thunderbird del año 1961. Otros aspectos, como la cúpula del habitáculo, no prosperaron.

Bajo su llamativa carrocería, este concept escondía un chasis Lincoln con un eje trasero De Dion, frenos asistidos de tambor o dirección asistida, así como un potente motor V8 para propulsar al conjunto, que fue modificado para la ocasión.

Ford X-100 concept (1952)

Hablamos concretamente de un gran bloque 5,2 litros atmosférico que, gracias a cinco carburadores y a una nueva línea de escape, alcanzaba unos 300 CV de potencia, frente a los 160 CV que ofrecía el mismo motor en modelos Lincoln de calle.

El Ford X-100 fue un verdadero laboratorio sobre ruedas a nivel de tecnología, y Ford lo llevó a diferentes ferias, incluido el Salón del Automóvil de París, donde el público europeo pudo también disfrutar de sus líneas e innovaciones. Una vez terminado su 'tour' mundial, el modelo fue a parar al Museo Henry Ford de Dearborn, Michigan, donde todavía reside.