Me ha llamado mucho la atención un análisis que he hecho sobre el precio de venta promedio de los coches matriculados en cinco mercados europeos (Italia, Alemania, Francia, España y Holanda) durante el primer semestre de este año.

Según pude constatar, no hay ninguna diferencia entre el precio promedio de los coches compactos (segmento C) eléctricos, después de ayudas, y con motor de combustión. Eso sí, no es el caso en el resto de segmentos.

Precios prácticamente iguales en el segmento C

De acuerdo con la información de precios de JATO Dynamics, el promedio registrado por los compactos eléctricos fue de 38.154 euros, que bajaría aproximadamente en unos 6.000 euros, si se aplican las ayudas vigentes. Es decir, el precio promedio aproximado de un coche eléctrico compacto, descontando las ayudas estatales, es de 32.154 euros. Es casi lo mismo que la media registrada por los coches compactos con motor de combustión, 32.022 euros.

Aunque el cálculo excluye potenciales descuentos aplicados por los concesionarios, lo cierto es que nunca antes un coche eléctrico se había acercado tanto a su rival de combustión en precio como ahora. Las ayudas son cruciales, pero también el esfuerzo de las marcas por ofrecer más modelos y más competitivos.

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¿Y en el resto de segmentos?

No es el caso en los demás segmentos. Sigue existiendo una gran brecha entre los eléctricos y los diésel/gasolina en las categorías inferiores. Un urbano eléctrico es un 71% más costoso que su equivalente con motor de combustión antes de los incentivos, y un 31% superior después de los mismos. Es decir, ni siquiera con las ayudas resulta asequible.

En el caso del segmento B, la diferencia es todavía mayor, con un promedio de 19.312 euros para las versiones diésel/gasolina, frente a los 28.789 euros de sus equivalentes eléctricos, después de las ayudas. Es una diferencia inmensa que, sin duda, no deja despegar a este segmento.

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Este es el tema candente de la carrera por la electrificación y las bajas emisiones. Hoy en día, a finales de 2021, el impulso estatal no es suficiente para popularizar los coches eléctricos. A pesar del esfuerzo de todos los actores de la industria y de una mayor concienciación por parte de los consumidores, la realidad de hoy deja a un lado a una parte importante de la población.

¿Demasiadas normas? Cuidado con los chinos

Por un lado están las autoridades europeas presionando para reducir las emisiones, a lo que se suman los efectos negativos de la pandemia y de la crisis de los semiconductores. Además, ahora, los fabricantes europeos de coches se enfrentan al hecho inminente de que los productos que mueven sus fabricas (segmentos A, B y B-SUV) tendrán que ser electrificados y ofrecidos a un precio que no es para nada competitivo.

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Eso significaría menores volúmenes de ventas y, por ende, un efecto negativo en la producción y en el empleo. Se llega así al escenario perfecto para la entrada de los coches eléctricos chinos, mucho más competitivos en precio y con grandes progresos en cuestión de calidad y diseño. Si la regulación se endurece mas rápidamente que la reducción del coste de la tecnología eléctrica, entonces la única opción para muchos europeos será adquirir un modelo chino.

El autor de este artículo, Felipe Munoz, es especialista en la industria del automóvil en JATO.