Hace unos meses dedicamos un artículo a diez de los coches más representativos que utilizaron puertas de tipo ala de mariposa, una solución que normalmente está reservada a modelos muy especiales o exclusivos, desde superdeportivos hasta prototipos. En este caso, no obstante, llegaron a un automóvil totalmente común, aunque innovador.

Hablamos del Toyota Sera, lanzado en 1990, un modelo casi desconocido en Europa, ya que se vendió únicamente en el mercado japonés. En cualquier caso, hoy queremos echar un vistazo a su historia y, en concreto, al prototipo que inspiró su lanzamiento en Japón.

El punto de partida para el modelo lo podemos situar en 1987, cuando Toyota presentó su prototipo AXV-II, una evolución del primer AXV de 1985, que era un proyecto centrado en la reducción de peso y, por tanto, del consumo de combustible, gracias a innovadores materiales (resinas y compuestos) y a un pequeño motor turbodiésel de tres cilindros.

El AXV-II, no obstante, tomó como base la plataforma de un modelo de producción, el Toyota Starlet (1973-1999), e introdujo algunas soluciones orientadas a la practicidad, como precisamente las puertas de alas de mariposa, diseñadas para mejorar el acceso y la salida de los ocupantes, incluso en lugares muy estrechos, donde una puerta normal tiene más dificultades a la hora de abrirse.

Toyota AXV-II (1987) y Sera (1990)

A pesar de ser un prototipo muy innovador, este Toyota AXV-II concept era realmente factible, por lo que la empresa se convenció de que debía producirlo en serie, y así lo hizo. A diferencia de lo que pueda parecer, la denominación Sera no viene del italiano, sino del francés, del verbo ser, "será". Un nombre referido precisamente a la visión de futuro que suponía el coche.

Entre 1990 y 1995, el gigante japonés produjo alrededor de 16.000 ejemplares del Sera, aunque solo se vendió en su mercado doméstico. Alguno que otro llegó a Europa, lógicamente, como el que está expuesto en la sede de Toyota Alemania.

Toyota AXV-II (1987) y Sera (1990)

Este Toyota Sera de producción gozaba de grandes superficies acristaladas y puertas de apertura vertical, que solo necesitaban 43 centímetros para abrirse. Una solución que el propio Gordon Murray reconoció que le había inspirado para el diseño de su mítico McLaren F1.  

La búsqueda de la eficiencia de los dos prototipos previos también se materializó en el modelo de calle, de 3,9 metros de largo, que recurrió a un pequeño motor de 1,5 litros y 110 CV que, a pesar de sus cifras, ofrecía unas geniales prestaciones, ya que el coche apenas pesaba 890 kilogramos.