Tras el lanzamiento del Ford Mustang Bullitt moderno, el año pasado, no han sido pocas las veces que hemos recordado al modelo clásico original. Sí, ese con el que Steve McQueen nos dejó con la boca abierta, gracias a las persecuciones de Bullitt; un film estrenado en 1968.

En alguna ocasión, ya te hemos contado la historia de este deportivo tan especial. Se sabe que se fabricaron dos coches idénticos para el rodaje. El de las escenas de acción, casi destruido, apareció en 2017 en México.

Por su parte, el segundo Mustang, el que conduce el teniente Frank Bullitt fuera de las persecuciones, es el que ha llegado hasta nuestros días... y el que se subastará a comienzos de 2020.

Si nos lees con frecuencia, ya conocerás su curiosa historia. Tras su paso por la gran pantalla, se convirtió en el automóvil de uso diario de los padres de Sean Kiernan (el propietario actual) y nunca lo modificaron: el coche estaba tal cual finalizó el rodaje.

Lo condujeron durante unas 46.000 millas (algo más de 74.000 kilómetros) hasta 1981, incluso tras haber rechazado una oferta del propio McQueen para comprárselo (te contamos la historia completa aquí).

Después, padre e hijo pensaron en restaurarlo varias veces, pero el proyecto nunca llegó a buen puerto. Así se mantuvo, casi en secreto... hasta que apareció, cual unicornio, en el salón de Detroit del pasado año, junto al nuevo modelo.

Ahora, con la subasta, el coche que McQueen nunca volvió a conducir, saldrá del garaje de la familia a la que ha pertenecido durante más de cuatro décadas.

Y, lo cierto, es que se trata de una jugada maestra. Sobre todo, cuando los 6.000 dólares (unos 5.430 euros) que le costó al patriarca de la familia, en 1974, pueden transformarse en cerca de 3,5 millones de euros. O lo que es lo mismo, más de 3 millones de euros, convirtiéndose en el modelo americano más caro jamás subastado.

Desde luego, parece que ha sido una inversión inteligente...