Ya sé que el famoso eslogan '¿te gusta conducir?' no es precisamente de Mazda, pero me viene como anillo al dedo para introducirnos en el CX-30, pues es un SUV realmente agradable y excitante de conducir, algo que, por otro lado, no nos ha supuesto una sorpresa.
No en vano, la marca japonesa siempre busca transmitir sensaciones muy placenteras al conductor y con este todocamino compacto lo ha vuelto a conseguir. Además, lo ha hecho yendo a contracorriente, 'pasando' de motores turboalimentados de baja cilindrada o de programas de conducción sin mucha diferencia en el tacto.
Galería: Prueba Mazda CX-30 2.0 e-SKYACTIV X Zenith
Con 4,39 metros de longitud, el modelo nipón demuestra que el diseño KODO sigue plenamente vigente... a pesar del paso de los años. Con una mera evolución de este lenguaje visual, surgen coches tan llamativos como este, síntoma claro de que Mazda ha encontrado un camino perfecto.
Aunque ya no están muy de moda, aparecen ciertos elementos cromados, siendo el más llamativo la lama del frontal que une los faros LED adaptativos. El largo capó, los marcados hombros y una pequeñísima tercera ventana lateral son tres toques deportivos que seguro que valoran muchos clientes, sin olvidarnos de la doble salida de escape que, eso sí, no va integrada en un difusor.


Un punto curioso es la posición retrasada de los retrovisores exteriores, que obliga a girar algo más la cabeza y proporcionan, bajo mi parecer, una imagen algo desvirtuada, con los coches más grandes y en una posición algo más cercana de la que realmente tienen.
Por su parte, las llantas de aleación son de 18 pulgadas, pero no van con neumáticos exageradamente anchos, sino con ruedas Bridgestone Turanza de 215 milímetros de sección y 55 de perfil, dimensiones suficientes para obtener un buen agarre lateral.
Personalmente, el sonido de los tiradores me resulta poco atractivo, no así el que surge al cerrar las puertas, que es el propio de un buen modelo europeo.

Si pasamos dentro, observamos un interior de alta calidad, hecho con buen gusto y con un planteamiento práctico elogiable. Así las cosas, tenemos diales giratorios para la climatización y una ruleta central, con botones satélites para los submenús, como en los BMW. Sin duda, se trata de la mejor solución para gobernar la pantalla del salpicadero y reducir distracciones.
Me encanta el diseño del volante, con tres radios muy finos, al igual que la postura de conducción. Los asientos de cuero ofrecen una sujeción normal y los delanteros son calefactables (con tres niveles de intensidad), aunque solo el del conductor ofrece regulación eléctrica. Dichos asientos forman parte del paquete Black Safety (2.800 euros).



A pesar de la proliferación de instrumentaciones digitales, la del CX-30 sigue siendo mayoritariamente analógica, con las tradicionales tres esferas. No me parece un punto negativo, pues obtenemos los datos necesarios de forma rápida y sencilla.
Y qué decir del tacto del cambio manual de seis marchas: magnífico, preciso, sublime... Cualquier calificativo positivo puede valer para él. Por cierto, para los más melómanos, el equipo de sonido lo firma Bose y suma 12 altavoces, y para los más tecnológicos, el sistema multimedia MZD Connect es compatible con Android Auto y Apple CarPlay.


Por espacio, resulta normal para cuatro adultos, mientras que el del centro debe lidiar con un asiento ligeramente elevado y el túnel de transmisión. En cuanto al maletero, son 430 litros, que está algo lejos de las referencias en el segmento. A cambio, con el pack Black Safety, hay un piso extraíble y plegable en tres partes, llamado Smart Cargo Board, con el que no queda un escalón al abatir los asientos traseros. El portón tiene accionamiento eléctrico.


Como decíamos antes, el motor atmosférico de gasolina e-SKYACTIV X supone una alternativa frente a los bloques turboalimentados de baja cilindrada. Al contrario, esta mecánica llega a los 2,0 litros y su principal primicia técnica es la tecnología SPCCI (Spark Plug Controlled Compresion Ignition) o, en español, encendido por compresión controlado por chispa.
Si quieres saber más sobre ella, lee esta completa prueba del Mazda3, pero como mero apunte, consigue combinar buenas prestaciones a alto régimen, una grata respuesta desde bajas vueltas y consumos y emisiones ajustados.

Todo esto, trasladado a términos prácticos, se traduce en un cambio de chip a la hora de conducir, pues el motor de 186 CV a 6.000 rpm da lo mejor de sí cuanto más dejemos subir la aguja del cuentavueltas. De hecho, el par máximo, 240 Nm, lo entrega a 3.000 rpm.
No obstante, también podemos circular con el motor muy poco revolucionado y apreciar una suavidad increíble. Asimismo, en esta tesitura, la mecánica no se muestra ahogada y va cogiendo fuerza sin mucho retardo, sobre todo en marchas cortas, aunque de forma más tardía respecto a un bloque turbo.

Por prestaciones (204 km/h de punta y 8,3 segundos de 0 a 100), al e-SKYACTIV X lo podemos comparar con un motor turbo algo menos potente. Por ejemplo, el del Mercedes-Benz GLA 200 7G-DCT, con 163 CV y cambio automático de doble embrague, que marca 210 km/h y 8,7 segundos.
Cabe recordar que el propulsor del CX-30 viene con un sistema de hibridación ligera, compuesto por un motor eléctrico de 7 CV y una batería de 24 V, que otorga la etiqueta Eco de la DGT. En cuanto a consumos, no es difícil rondar los 6,5 litros o incluso los 6,0 si practicamos una conducción suave, cuando la media homologada es casi la misma: 5,7 litros.


Para los que tengan un mayor presupuesto, deben saber que esta mecánica también puede asociarse a una transmisión automática con convertidor de par de seis velocidades y a la tracción total.
Sumar kilómetros con este coche es quedarte prendado de su excelente hacer, pues presenta una configuración brillantemente equilibrada, perfecta para completar largos viajes y también para 'darte un homenaje' en zonas con curvas.
El punto de firmeza de la suspensión (que es fija, no adaptativa) es perfecto para que este SUV vaya bien sujeto sin tener que sufrir las muchas irregularidades de las carreteras españolas. Asimismo, resulta tarea fácil llevar al coche por donde quieres, gracias a la alta precisión de guiado con la dirección. A la hora de frenar, disponemos de discos ventilados delanteros y macizos detrás.


Y en materia de seguridad, el listado de ayudas y sistemas de asistencia es enorme: control del ángulo muerto, alerta por cansancio, llamada de emergencia, visión 360º, reconocimiento de señales de tráfico... Muchas de estas tecnologías vienen por el pack Black Safety.
Tan solo nos queda decir que el Mazda CX-30 arranca en 28.625 euros, mientras que esta versión de pruebas asciende a 33.775 euros, según el configurador oficial, sin incluir los 2.800 euros del pack Black Safety. Es un gasto considerable, pero justo y proporcionado si eres de los que disfrutas al volante.
Mazda CX-30 e-SKYACTIV X Zenith 2WD