Rodeado por dos cordilleras nevadas y una árida llanura desértica, un circuito de carreras técnicamente exigente, ubicado en Utah, Estados Unidos, recibe a uno de los superdeportivos más esperados de los últimos años, el Ford GT 2017. La tercera generación solo puede calificarse de seductora y, he de reconocerlo, al verlo me siento como un adolescente que se enamora por primera vez. No obstante, vamos a centrarnos, porque hay trabajo en este paraíso.
Con una cadencia de producción de 250 unidades al año, solo mil privilegiados podrán disfrutar de este bestial biplaza, a razón de unos 414.000 euros por unidad. Más allá del margen de beneficio que dejará, el éxito se conseguirá en función de la satisfacción que logren los clientes. Para alcanzarlo, lo fundamental es que el coche sea absolutamente rápido. Lo demás poco importa.


Ford GT 2017, hecho para competir
Si comparamos el coche de carreras con esta versión de carretera, las semejanzas son numerosas. ¿La razón? A diferencia de la mayoría de coches de producción, el Ford GT 2017 ha sido concebido para poder ser un vehículo de competición.
Nos parece un acierto haber introducido un motor V6 biturbo de la familia EcoBoost, en lugar del tradicional V8. Sacamos esta conclusión porque, con el segundo bloque, el diseño del coche hubiese tenido que cambiar por completo... y a nosotros el Ford GT 2017 nos encanta así. ¡A quién no le seduce este coche nada más verlo!
Acceder al habitáculo es más fácil que la mayoría de los coches de carreras y más complicado que en otros superdeportivos. Por razones tanto legales como de seguridad, los asientos están anclados, para evitar que los ocupantes de estatura napoleónica se deslicen hacia adelante. En cambio, la posición de los pedales sí puede ajustarse, a través de una correa de nailon.


Motor V6 biturbo de 655 CV
Al pulsar el brillante botón de arranque, se activa una melodía mecánica que sirve para recordar la flamante historia que tiene este vehículo detrás de él. No hace falta asegurarte que, cuando salen a relucir los 655 CV del motor, el poderío resultante es, simplemente, inolvidable.
Giro un mando en el volante desde el programa N (normal), pasando por el S (sport, deportivo), al T (track, circuito). El coche me pide la confirmación de que realmente quiero esta configuración, antes de que un actuador hidráulico comprima los muelles helicoidales. El chasis baja 50 milímetros en menos de un segundo, gracias a una suspensión dotada de la tecnología DSSV (Dynamic Suspension Spool Valve). Estoy seguro de que me voy a divertir...


Adrenalina al máximo
El Ford GT 2017 demuestra que está estrechamente relacionado con los coches de carreras GTE y GTLM. En la pista de carreras, es impresionantemente rápido. Necesito una vuelta y media antes de poder poner mi pie derecho completamente pegado al suelo en las rectas cortas. Si se aprieta el pedal del freno, el alerón trasero activo del GT actúa para completar detenciones en distancias mínimas. Si se vuelve a acelerar, la avanzada aerodinámica trabaja para mantener el coche con un aplomo perfecto.
Desde luego, el gemido del motor V6 es más Boost que Eco. La gloriosa subida de vueltas va acompañada por rapidísimas transiciones del cambio automático de doble embrague DCT. No obstante, mi mente está centrada en localizar el punto de frenado que se aproxima rápidamente. Sí, son sensaciones más cercanas a las de un coche de carreras que a las de un superdeportivo de serie.
Sin duda, el bastidor consigue que el tacto de pilotaje sea ejemplar. Es más, no es un coche excepcionalmente extremo. Teniendo en cuenta su potencia, puede manejarse fácilmente y considerarse equilibrado, aunque los más expertos podrán sacarle un partido fabuloso.

Peculiaridades del Ford GT 2017
El Ford GT 2017 no rompe las leyes de la física. Simplemente, las utiliza como su patio de recreo personal. Conducido con moderación en las vías públicas, el coche puede llevar a confusiones. Me explico: las enormes tomas de aire situadas delante de las ruedas traseras provocan que, al mirar por los retrovisores, la sensación sea de que estamos en un coche mucho más ancho de lo que realmente es.
Con el alerón desplegado, la visibilidad trasera queda limitada. No obstante, el conductor siempre tiene bajo control los vehículos que le rodean.
Volviendo a un paso de montaña, me doy cuenta de que hay grava esparcida por el pavimento. El ruido de las chinas que impactan es totalmente perceptible en el habitáculo. Estoy seguro de que es el tipo de ruido que a algunos no les gusta pero, realmente, es música en un coche así. Bajo mi opinión, el aislamiento contra estos sonidos añadiría un peso innecesario al coche.
Lo que sí puede llegar a hacer mella en el confort es el calor procedente del motor. No hay duda, es perceptible, si bien solo lo notaremos al pasar dentro del coche muchos kilómetros, algo que no sucederá muy a menudo.



El centro de todas las miradas
Descendiendo de ese mismo paso revirado, pongo la transmisión en modo automático pero, rápidamente, vuelvo a controlar el cambio yo mismo. Más tarde, uno de los ingenieros de Ford no se sorprendió al contarle lo ocurrido y me explicó que no pusieron demasiado esfuerzo en este apartado, pues estiman que pocos emplearán la transmisión con ese programa.
Si analizamos el volante, cuenta con una docena de botones, más varias luces de revoluciones con tecnología de tipo LED. Desde él, se pueden controlar muchos parámetros, algo no solo útil, sino también motivante para cualquier conductor. Con el programa Normal, el coche se muestra domesticado. Por su parte, el modo Sport sirve para demostrar de lo que es capaz este bólido.
A partir de 120 km/h, el alerón trasero se eleva, para indicarnos que podemos 'empezar la fiesta' cuando deseemos. En este punto, el sistema que anula el efecto retardo de los turbocompresores da como resultado no solo una respuesta fantástica del acelerador, sino un sonido glorioso y adictivo cada vez que somos contundentes con el pie derecho.

¡Quiero ser rico para tener uno!
La policía de Utah es consciente de que los medios especializados estamos probando el Ford GT 2017. Al salir de una curva, veo a un oficial esperando. No me atrevo a ir ni un kilómetro por hora por encima del límite de velocidad, para evitar problemas... y así continúo.
Ciertamente, conducir este superdeportivo en la vía pública no me enseña absolutamente nada sobre su rendimiento estratosférico, pero sí lo que el coche significa para una persona convencional. En verdad, todos los conductores y los pasajeros que pasan a mi lado clavan sus ojos en él.
Mi tiempo de carretera se evapora demasiado rápido. Cuando vuelvo a la pista, reflexiono sobre lo que realmente es el Ford GT 2017. Mi conclusión es que respeta herencias del pasado para mostrar una naturaleza dinámica única. Al fin y al cabo, es un superdeportivo que donde mejor se desenvuelve es en un trazado de velocidad. Enhorabuena a los futuros poseedores...
Ford GT 2017