Hoy en día, los coches eléctricos se han convertido en parte de nuestras vidas. Sin embargo, no hace mucho, 15 años atrás, esta situación parecía propia casi de una película de ciencia ficción. Nos obstante, los fabricantes empezaron a acercar a los usuarios los prototipos eléctricos que podían producir. Opel fue una de estas marcas.
Nos remontamos a 2007, al Salón del Automóvil de Detroit. El Opel Flextreme, que debutó en esta cita, pretendía ser uno de los primeros productos de la aventura eléctrica de la firma germana.
Opel, que en aquel momento estaba bajo el techo de General Motors (GM), utilizó la plataforma E-Flex para su prototipo. El modelo, también conocido como Saturn Flextreme en Norteamérica, compartía sus cimientos con el Chevrolet Volt. De hecho, ambos eran eléctricos de autonomía extendida, aunque con ciertas diferencias.
Galería: Opel Flextreme 2007
Soluciones curiosas
Desde luego, el diseño del Opel Flextreme resultaba bastante llamativo, con un formato redondeado, o 'sin esquinas', que era una solución más o menos habitual en esa primera década del siglo XXI.
En este punto, la parte más curiosa residía en el sistema FlexDoor de la parte trasera. ¿En qué consistía? El portón del maletero estaba dividido en dos y estas portezuelas se abrían hacia ambos lados en formato 'alas de gaviota'. Además, la apertura de las puertas traseras era en sentido contrario de la marcha, como en una limusina, y el vehículo carecía de pilar central (el B).
Sin temor a la autonomía
El sistema de propulsión del Flextreme también lo convertía en un concept especial. Como decíamos antes, disponía de un motor eléctrico de 163 CV (120 kW) que movía las ruedas delanteras y se alimentaba de la electricidad generada por un propulsor diésel para una batería de 16 kWh.
De este modo, no había que temer por la autonomía, pues el depósito de 26,5 litros de gasóleo garantizaba 775 km sin tener que repostar. La mecánica de gasóleo no movía el coche, sino sólo actuaba como generador eléctrico. Algo muy parecido a lo que Nissan ofrece en la actualidad en el Qashqai y el X-Trail, pero con un propulsor de gasolina.
Con el coche parado, la batería se podía cargar en una red doméstica de 220 V durante un proceso que duraba alrededor de tres horas. Dicho componente homologaba unos 55 km de alcance para un prototipo que, en cierto modo, supuso el germen del futuro Opel Ampera.