Adolfo Urso, ministro italiano de Empresa, se ha pronunciado sobre el fin de la venta de coches de combustión interna en Europa a partir de 2035. En una entrevista concedida a La Stampa, recordó la posición del Gobierno sobre la transición automovilística: no a la electricidad total, sí a otras soluciones, como los combustibles alternativos y el hidrógeno.

Porque "la electricidad no es una religión, sino una tecnología". Y debemos "tener un enfoque neutro de su uso", así que el Ejecutivo dispone de un plan para evitar la electricidad total.

A la caza de aliados

El 'arma' en la mano del Gobierno es la cláusula de revisión hasta 2026, cuando Bruselas tendrá que hacer balance de los avances en sostenibilidad de los combustibles sintéticos. Si estos carburantes demuestran ser de cero emisiones, entonces se podrá revisar el programa Fit for 55.

"Será un hito", afirma Urso, "para nosotros será un punto de inflexión. Además, para esa fecha tendremos una nueva Comisión Europea y un Parlamento Europeo renovado. Nos estamos preparando ahora con las alianzas adecuadas, porque sabemos que estamos en el lado correcto".

Recarga coche eléctrico en IONITY

En la práctica, el Ejecutivo italiano pretende tejer acuerdos con sus socios europeos de cara a la renovación de las instituciones europeas, prevista para 2024. El objetivo es sensibilizar a otros Estados para que adopten la posición más flexible de Italia, y luego llevarla a Bruselas y Estrasburgo.

"No a la dependencia de China"

En su discurso, el ministro asegura que la prohibición de la gasolina y el diésel sería "el resultado de una visión miope, todavía ideológica, que ignora la realidad, como si nada hubiera pasado mientras tanto". El principal temor es que, tras su dependencia de los combustibles fósiles rusos, el Viejo Continente quede demasiado atado a la "tecnología verde china" y a las "tierras raras".

"Necesitamos tener una visión más adaptada a la realidad, cambiarla de verdad, innovando sin destruir. Estamos absolutamente convencidos de que tenemos que alcanzar estos objetivos en el plazo fijado, pero necesitamos escalonar mejor los pasos y ser más flexibles en la forma de hacerlo".

El llamamiento es a recuperar los retrasos del pasado y "centrar la inversión en tecnologías ecológicas y digitales: baterías, acumuladores, semiconductores, carbono silicio, inteligencia artificial y, por supuesto, la red eléctrica y las estaciones de recarga".

El ministro Matteo Salvini

Doble frente

En la misma línea que Urso está Matteo Salvini, ministro de Infraestructuras y Transportes. Reitera su posición y plantea la cuestión de las alianzas en Europa.

"Todo el mundo está preocupado por la calidad del aire y del agua y por tener un medio ambiente más limpio. Pero esto no significa despedir a millones de trabajadores y cerrar miles de empresas. El fundamentalismo ideológico del 'todo eléctrico' es un suicidio para Italia y Europa y un regalo para China. No hay más que ver las cifras de ventas de 2022", explicó Salvini desde el hemiciclo del Palazzo Madama.

"La electrificación -continuó- necesita tiempo, sin destruir un sector. También porque eléctrico no es solo la batería. Para llegar a eso y a la batería, hay que cavar, contaminar, explotar África y los continentes euroasiáticos. Así que los partidarios del 'todo eléctrico' o ignoran las consecuencias o actúan de mala fe".

"Estoy trabajando con los ministros de Transportes de Alemania y Rumanía, con los que estamos totalmente de acuerdo: necesitamos más tiempo, aportaciones económicas y ayudas para los que quieren cambiar de coche, a los que hay que incentivar, y renovar sus casas en nombre de la eficiencia energética. Es crucial avanzar en la transición, pero sin embarcarse en una peligrosa "senda de dependencia china".