Entre las muchas primicias con las que está jalonada la historia de Audi, encontramos la de ser la primera marca, al menos en Europa, en introducir la tracción total en sus modelos de forma habitual. De hecho, el principal mérito de la firma de los cuatro aros no es solo el de haber subvertido las reglas entre los deportivos de calle y de competición con el Quattro, sino también el de haber extendido la tecnología a todos los niveles como elemento de seguridad.

Esto se extendió a todos los segmentos, incluidos los superiores, como las grandes berlinas ejecutivas alemanas, estadounidenses y japonesas, de la década de los 2000, que seguían siendo estrictamente de propulsión trasera, mientras que el A8 ya contaba con dos generaciones de berlinas con tracción integral a sus espaldas. En realidad, los puntales tecnológicos de Audi nacieron literalmente con tracción a las cuatro ruedas desde el principio, con el V8 de 1988.

Paso inicial

El V8 se creó para sustituir al 200, una versión más lujosa y elegante del 100, 'abuelo' de la futura familia A6. Con este modelo, que ofrecía tracción total desde la tercera generación en 1982, Audi ya había establecido una sólida posición en el segmento de las berlinas medias, y con el 200 intentó subir aún más el listón en previsión de entrar en el verdadero segmento de las berlinas de representación, el F.

El salto definitivo llegó con el nuevo modelo bautizado internamente con el nombre en clave de D1: se trataba de una berlina de 4,86 metros (solo cinco centímetros más que el 200), que debutó en 1988. Las inversiones disponibles para el desarrollo eran limitadas, por lo que los diseñadores tomaron como base común el último 200 recién lanzado, con el que el nuevo coche se solaparía durante unos años, adoptando la misma carrocería pero con un frontal y una zaga remodelados.

Audi V8 1988

Audi V8 1988

Quattro 'suave'

En cuanto a las mecánicas, se apostó por un nivel superior a los ya potentes motores del 100/200, que ofrecían unidades de cuatro, cinco y seis cilindros, y se fue directo a un V8 de 3,6 litros con 250 CV y 340 Nm de par, obtenidos utilizando dos bloques de cilindros procedentes del Golf GTI 1.8 en un ángulo de 90 grados. Esto sugirió 'bautizar' el propio coche como V8, en lugar del 300 previsto originalmente.

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Audi V8 1988, radiografía

Audi V8 1988

Audi V8 1988, el motor

Audi V8 1988

Audi V8 1988, el salpicadero

En cuanto a la transmisión, se optó por una caja de cambios automática de cuatro velocidades y, lógicamente, tracción total de serie, aunque frente a la cinemática deportiva de los modelos inferiores, Audi prefirió un sistema menos agresivo para el buque insignia. Para el diferencial central, sustituyó el diferencial autoblocante de tipo Torsen (que permanecía en el eje trasero) por uno epicicloidal libre.

Audi V8 L Quattro 1989

Audi V8 L Quattro 1989

Más centímetros y más lujo

A pesar de los esfuerzos de la compañía, que también incluyeron un interior más lujoso, el V8 siguió siendo demasiado similar a sus hermanos pequeños y el público lo notó, acabando por dar al nuevo modelo una acogida relativamente tibia.

En 1991 llegó la versión limusina, denominada simplemente V8 L, con una serie de mejoras que iban desde una longitud aumentada en casi 32 cm, hasta un total de casi 5,2 metros, un equipamiento de superlujo con la posibilidad de transformar el interior en una oficina o salón ambulante, hasta una mecánica mejorada por un nuevo V8 de 4,2 litros y 280 CV acoplado a una caja de cambios automática, ahora de cinco velocidades.

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Audi V8 1988, la zaga

El nuevo motor también se ofreció en el V8 'corto', con los mismos 250 CV que el anterior 3.6, pero conservando el par motor elevado a 400 Nm. Con esta evolución, el buque insignia de Audi ganó un poco más de popularidad, allanando el camino para el posterior A8, que, sin embargo, nacería de una nueva base. En total, el V8 cerró su ciclo en 1994 con algo menos de 21.600 unidades, todas ellas estrictamente 'integrales'.

Galería: Audi V8 (1988-1994)