Antes de 1991, en contadas ocasiones SEAT se había aventurado en otro segmento que no fuera el de los compactos y utilitarios. Las únicas excepciones fueron las variantes, construidas bajo licencia, de los Fiat 131 y 132. Sin embargo, eso cambió cuando tocó sustituir al exitoso Málaga, ya bajo el paraguas de Volkswagen, surgiendo la ocasión de contar con un modelo de mucha mayor calidad.
Después del periodo de colaboración con la empresa italiana, llegó el turno de la compra por parte de Volkswagen y, poco a poco, surgieron los primeros proyectos propios, bajo las directrices de la firma alemana. A partir de 1992, los nuevos productos empezaron a ver la luz y el SEAT Toledo, sustituto del Málaga, se convirtió en la nueva berlina de la casa española.
Galería: SEAT Toledo 1991-1999
El Toledo se diseñó sobre la plataforma del Golf de segunda generación, que en realidad ya estaba en la fase final de su carrera (la tercera generación ya estaba avanzada de desarrollo y llegaría en 1992). Sin embargo, había que partir de una base probada y con unos costes de producción lo más ajustados posibles, para conseguir un vehículo satisfactorio.
En materia de diseño, Volkswagen recurrió a Italdesign, de Giugiaro, que dibujó un aspecto actual e incluso un poco adelantado a su tiempo. El diseño tenía muchos elementos que se encontrarían en la segunda generación del Ibiza del 93, como las formas redondeadas, la parrilla integrada y las ópticas principales anchas.
Las dimensiones también fueron más generosas, con una longitud de 4,32 metros y una distancia entre ejes de casi 2,5 metros, que para la época situaban al Toledo a caballo entre un compacto y una berlina media, con carrocería de tres volúmenes.
Para los más observadores, se trata de la misma fórmula que Volkswagen adoptaría unos años más tarde para el Skoda Octavia, de nuevo el primer coche nuevo diseñado para una marca recién adquirida por Volkswagen.
El Toledo debutó con una oferta mecánica extensa, compuesta por los motores de gasolina 1.6, 1.8 y 2.0, este último con 16 válvulas, y los de ciclo diésel 1.9 D y TD de inyección indirecta, atmosférico y turboalimentado, respectivamente.
Las cilindradas fueron siempre las mismas, con pequeñas evoluciones sobre todo para el 2.0 de gasolina, que a partir de 1994 se ofreció también en una versión de 16V con 150 CV para el Toledo GT, y los alimentados por gasóleo, que con el ligero restyling de 1996, fueron sustituidos por los primeros SDI y TDI de bomba inyectora.
La primera generación se fabricó en Martorell hasta junio de 1999, cuando fue sustituida por la segunda (basada en un Golf IV), de la que se hicieron más de 600.000 unidades, pero su historia no acabó ahí.
El Toledo, de hecho, pasó a manos de la entonces joven marca china Chery que, con algunos ajustes, el código de proyecto A11 y el nombre de Fulwin, consiguió que fuera el coche de su debut en el mercado patrio.
Chery lo fabricó hasta 2006 y luego, en 2010, en su evolución A15, comercializado con varios nombres, antes de ceder a su vez la licencia a la rusa TagAZ, que lo reeditó como Vortex Corda hasta 2012. Como vemos, el SEAT Toledo ha sido un éxito capaz de traspasar fronteras.