Hace 15 años, en el salón de Nueva Delhi de 2008, Tata presentó el Nano, un vehículo mundialmente conocido por llegar con la vitola de ser el coche más barato del mundo. Con él, el objetivo de Ratan Tata, presidente del gigante indio, era conseguir que muchos de los habitantes de su país pudieran acceder a un automóvil.
Se puso a la venta en 2009, a un precio aproximado de 1.500 euros, más impuestos, con el acabado de acceso. Eso significaba unos 2.000 euros, una cifra asumible para un indio de clase media. A cambio, el cliente se llevaba un urbano de motor bicilíndrico de 33 CV y cuatro plazas.
Galería: Tata Nano
Con esta política comercial, Tata pretendía alcanzar unas destacadas ventas (20.000 unidades al año) y, por ende, unos jugosos beneficios... que no llegaron a convertirse en realidad, dentro los resultados económicos de la compañía.
¿Los motivos? Desde luego, su diseño no era precisamente agraciado, aunque la principal crítica que se le podía poner al coche era en el apartado de la seguridad. En los test de Global NCAP, no obtuvo ninguna estrella y no nos extraña si vemos el siguiente vídeo, en una prueba de choque frontal a 60 km/h.
De hecho, Global NCAP aseguró que "el grado de debilidad estructural de este modelo es tal, que incluso incluir airbags no sería efectivo para reducir el riesgo de sufrir lesiones graves". De este modo, era imposible que este coche pudiera acceder a países desarrollados.
Ya en 2011, era un secreto a voces que el Tata Nano no iba a ser un buen negocio para la marca india pues, a su baja calidad, había que añadir la aparición de rivales interesantes en el país asiático.
En esta última década, las matriculaciones fueron descendiendo paulatinamente, hasta llegar a junio de 2017, un mes en el que solo se fabricaron 275 unidades. El final de la producción era cuestión de tiempo y ese momento llegó el verano del año pasado, cuando, en junio, tan solo se produjo un ejemplar.
El 'capricho' de Ratan Tata no llegó a ser nunca un éxito de ventas, lo que demuestra que un coche barato no genera siempre un alto interés por parte de las economías más populares.