Un concept car puede convertirse en un prototipo olvidado por muchos motivos: lucir un diseño poco acertado, presentarse en un momento poco adecuado, ofrecer soluciones tecnológicas adelantadas a su tiempo...

Pero este caso, es especial, porque si el BMW Z07 ha caído en el olvido, ha sido por un hecho innegable: el tremendo éxito que cosechó el Z8 definitivo. Un coche, elegante e inimitable, que ya ha adquirido el estatus de leyenda.

Presentado en el salón de Tokio de 1997, este espectacular modelo nació como homenaje al BMW 507, un roadster fabricado entre 1956 y 1959, popularizado por Elvis Presley.

Rápidamente, se convirtió en uno de los reclamos de la cita japonesa, por su cuidada estética, que reunía las líneas del modelo clásico y las últimas tendencias de diseño, salidas del lápiz de Henrik Fisker (te suena este nombre, ¿verdad?), dentro de un departamento comandado por Chris Bangle.

Como puedes comprobar en las fotos, hubo una doble variante: descapotable, con una 'joroba' tras el asiento del conductor (la que se vio en Tokio) y otra con carrocería cerrada (presente en 1998 en Detroit).

El habitáculo era otra de sus señas de identidad, con la franja de color rojo que recorría todo el salpicadero o la instrumentación central, que fueron heredados por el modelo de producción. Lo que se quedó en el concept fue el curioso volante de cuatro radios.

BMW Z07 Concept (1997)

Tras la buena crítica, llegó el Z8

Su éxito fue tal, que BMW no se lo pensó dos veces y siguió impulsando el proyecto que acabaría dando lugar al BMW Z8 (con código interno E52), un modelo del que se fabricaron algo más de 5.700 unidades, entre 2000 y 2003.

Sobre el Z8 podríamos hablar largo y tendido, aunque hay dos hitos que aumentaron su popularidad: la aparición en la película El mundo nunca es suficiente, del agente secreto James Bond, y su adopción como 'safety car' en el Campeonato del Mundo de MotoGP.