Todavía recuerdo, como si fuera ayer, el momento en el que el embargo con las fotos del SEAT Tribu llegó a la redacción de la revista en la que trabajaba en el año 2007.
Era verano, unos días antes del salón de Frankfurt y hubo una auténtica marea humana para descubrir lo que contenía aquel CD (o memoria USB, ya no me acuerdo bien).
Desde luego, la expectación solo fue comparable a la sorpresa que produjo a todos los miembros del equipo el diseño del SEAT Tribu, un prototipo que debía de marcar el camino a seguir por la marca española, a la hora de introducirse en el incipiente segmento de los todocaminos.

El primer paso de SEAT hacia los SUV
Para ponernos en contexto, debemos recordar que, por aquel entonces, el Nissan Qashqai, el modelo que lo cambió todo, era un recién nacido. Y que SEAT, a diferencia de lo que ofrece ahora, con los Arona, Ateca y Tarraco, no disponía de un SUV en su gama.
Lo más parecido era el Altea Freetrack, un monovolumen con estética crossover, suspensión elevada y tracción delantera o total, dotado de motores con potencias comprendidas entre 140 y 200 CV.
El encargado de este ejercicio de estilo fue Luc Donckerwolke, director de Diseño de SEAT en aquella época. De hecho, fue el primer proyecto que salió de su lápiz, tras sustituir a Walter De Silva.

Pocos detalles técnicos
Curiosamente, este concept car nació con la vocación de mostrar el lenguaje de diseño de los futuros modelos de la marca, sin ningún viso de inspirar la producción de un coche concreto.
De ahí que la marca no ofreciera ningún dato técnico durante su presentación, más allá de que contaba con un sistema de tracción total y un control dinámico de la conducción, con tres modos de funcionamiento: Urban, Sport y Freerun (para moverse por ciudad, carretera y fuera del asfalto).
Otros de sus rasgos característicos eran la carrocería de tres puertas y las llantas de aleación de 20 pulgadas, sobre las que se montaban neumáticos en medida 255/50. También, un habitáculo con cuatro asientos individuales: los delanteros, de tipo baquet, y los traseros, separados por una práctica consola central.
A pesar del impacto que produjo, fueron otros dos prototipos posteriores los que acabaron marcando el ADN de la gama aventurera de SEAT: el IBX, de 2011, y el 20v20, de 2015. Tras ellos, por fin llegaría el Ateca... y el resto ya es historia.