Fue en el año 2000 cuando Toyota, a través de su marca premium Lexus, decidió embarcarse en el desarrollo de un superdeportivo para demostrar sus habilidades técnicas y mecánicas. Tras años de investigación, pruebas y creación de prototipos, la compañía japonesa presentó el Lexus LFA en el salón de Tokio, en octubre de 2009.
Se trataba de un vehículo de altas prestaciones con soluciones técnicas innovadoras, como un chasis de material plástico reforzado con fibra de carbono (CFRP), derivado de la F1. El Lexus LFA estaba equipado con un motor V10 desarrollado por Toyota en colaboración con Yamaha, el 1LR-GUE, un bloque que ahora descubriremos juntos.
Galería: Motor V10 del Lexus LFA
Esta mecánica de inyección indirecta tiene una cilindrada de 4.805 cm3, con un diámetro y una carrera de 88 y 79 mm, respectivamente. Producido conjuntamente con Yamaha por encargo de Lexus, el V10 cuenta con un ángulo de inclinación de 72 grados para equilibrar las fuerzas del movimiento del pistón.
Con el sistema de distribución variable continua VVT-i desarrollado por Toyota y utilizado en cada árbol de levas, el V10 también presume de pistones de aluminio forjado, bielas de titanio forjado y válvulas de titanio macizo.
El motor es capaz de ofrecer una potencia máxima de 560 CV a 8.700 rpm (relación potencia/peso de 2,67 kg/CV) y un par máximo de 480 Nm a 6.800 rpm, aunque la serie especial Nürburgring Edition alcanza los 570 CV.
Estas impresionantes cifras permiten al LFA acelerar de 0 a 100 km/h en solo 3,7 segundos y alcanzar una velocidad máxima de 325 km/h. El motor se asocia a una transmisión automática de seis marchas.
Desarrollado para subir mucho de vueltas (el punto de corte se sitúa a 9.500 rpm), el V10 de Toyota es capaz de ganar régimen tan rápidamente que Lexus tuvo que introducir un cuentavueltas digital en lugar de uno analógico para que el conductor pudiera ver las revoluciones al instante.
Este motor, montado en la parte delantera, está equipado con un sistema de lubricación por cárter seco y se encuentra en una posición baja para reducir el centro de gravedad y mejorar el comportamiento del coche.
¡Qué sonido!
Una de las características más singulares de este V10 es, por supuesto, el sonido que produce a altas revoluciones, que podría confundirse fácilmente con el de los motores de Fórmula 1 de la época.
Un sonido increíble que fue descrito por los ingenieros de Toyota como el "rugido de un ángel" y que se utilizó en un anuncio de la televisión estadounidense para romper una copa de champán gracias a la frecuencia de resonancia.
Para transmitir la emoción del sonido a los conductores y pasajeros, los ingenieros de la marca también desarrollaron tres canales para desviar dicho sonido de la admisión y el escape directamente al habitáculo. En definitiva, ¡qué gran coche y qué gran motor!