Muchos son los fabricantes de automóviles que a lo largo de la historia han sido 'salvados' por el éxito de un modelo concreto, pero como es lógico, hay otros que no lograron darle la vuelta a su situación y acabaron desapareciendo. ¿Podría un único modelo haberles garantizado la continuidad?
Hoy queremos hablar de Rover, un auténtico icono británico, con más de un siglo de historia, que antes de desaparecer en el año 2005, presentó un prototipo de SUV que podría haber cambiado su historia, pero que no llegó a tiempo y, por tanto, nunca se hizo realidad.
Galería: Rover TCV Concept (2002)
El modelo en cuestión, denominado Rover TCV Concept (Tourer Concept Vehicle), fue presentado en el salón de Ginebra de 2002, y aunque no resulta muy original a ojos de hoy, en aquella época fue uno de los primeros SUV, más como una evolución de los modelos familiares que de los todoterrenos.
El diseño es obra de Peter Stevens, por entonces jefe de estilo de Rover, quien trabajó previamente en proyectos como el del McLaren F1 o la última evolución del Lotus Esprit. También firmó los últimos Rover 25 y 45, los restyling de los Rover 200 y 400, e incluso versiones deportivas de MG.



La línea del TCV, no obstante, se diferenciaba por la abundancia de aristas y superficies planas, que mostraban el posible nuevo rumbo del diseño de la marca. Además, la principal apuesta del TCV era la versatilidad, y de hecho la marca mostró el prototipo en Ginebra con una lavadora en el maletero, para mostrar su capacidad.
Y hablando del maletero, se concibió con un suelo especial, que podía rebajarse para facilitar la carga, y además todos los asientos (salvo el del conductor) eran plegables, para ganar en espacio de carga si fuera necesario. De esta forma, se consiguió un espacio de 3 metros de largo y una superficie comparable a la de una furgoneta pequeña.

Bajo el capó escondía un motor 2,5 litros V6 de la Serie K de Rover, que no era precisamente revolucionario y venía heredado del Rover 75, ya que el chasis del TCV era precisamente el del 75, desarrollado durante el periodo en que Rover era propiedad de BMW (entre 1994 y 2000).
Desafortunadamente, Rover no tuvo tiempo de hacer realidad este modelo, y se dice que Ford, que adquirió la marca a BMW en el año 2000, prohibió a MG Rover fabricar vehículos todoterreno, y tras la quiebra de Rover, en 2005, el gigante estadounidense adquirió los derechos de explotación de la marca Rover para impedir que nadie más la utilizase en el futuro.