Aunque apareció en un momento histórico algo más reciente, podemos decir que el Renault 5 ha sido para la marca francesa lo que el 500 fue para Fiat y el 2CV para Citroën. Un coche versátil, accesible y lleno de encanto, que 'motorizó' a muchos franceses, pero que también obtuvo un éxito considerable fuera de sus fronteras. Incluso adquirió mucha fama deportiva en una época muy importante dentro de los rallies.

No es de extrañar, pues, que Renault lo haya elegido para convertirse en el símbolo de una nueva dirección, que combina tradición e innovación: regresará en 2024 en un formato eléctrico, tal y como adelantó el Renault 5 prototype.

El proyecto del Renault 5 (o R5, su famosísimo apodo) nació como respuesta al descubrimiento de un 'agujero' en la gama. Hacia mediados de la década de los 60, la dirección de la marca se dio cuenta de que junto al R4, un modelo a medio camino entre un coche familiar y un vehículo comercial, había espacio para un coche pequeño más moderno y con mejores prestaciones.

Estimulado por la competencia, especialmente por el éxito del 2CV, Renault inició el desarrollo de este modelo, que replicaba a pequeña escala las cualidades obtenidas en sus vehículos de mayor tamaño.

Renault 5

Definido estilísticamente por el joven y talentoso Michel Boué, el futuro R5 (código de proyecto 122) debutó en 1972, aunque las primeras fotos oficiales empezaron a circular a finales de 1971, generando opiniones positivas entre el público y la prensa especializada.

Con solo 3,52 metros de longitud y formas redondeadas, proponía en su primera versión una carrocería de tres puertas con un gran portón trasero, a la que solo mucho más tarde, en 1979, se añadiría la versión de cinco puertas.

Renault 5

Técnicamente tenía mucho en común con el R4: motores longitudinales, caja de cambios montada delante del eje, tracción delantera, barra de torsión delantera y trasera... Por el contrario, se diferenciaba de su hermano por el chasis monocasco.

Si la disposición mecánica era la misma, por el contrario, los motores resultaban solo parcialmente iguales: el modesto cuatro cilindros de 782 cm3 y 36 CV del R4, que equipaba el modelo de acceso L, se complementó con una unidad más potente de 950 cm3 y 47 CV, acompañada por discos de freno delanteros. A esta oferta se unirían más tarde las variantes LS y GTL, con bloques de 1,3 y 1,4 litros más modernos.

Renault 5

Para hacer inolvidable este utilitario, sin contar con los más de 5,5 millones de unidades producidas, se encontraban las famosas variantes deportivas de la marca Alpine, con las que Renault comenzó a explotar con fines comerciales la adquisición de la prestigiosa marca de Dieppe, acaecida en 1973.

El primer R5 Alpine montaba un motor de 1,4 litros profundamente modificado, capaz de desarrollar una potencia de 93 CV, con el que el coche alcanzaba 175 km/h de velocidad punta. En 1976, cuando salió al mercado, costaba 32.000 francos, casi el doble que el modelo L básico, que no llegaba a los 18.000.

En 1981, en plena era turbo, la empresa decidió subir el listón con un turbocompresor, dando lugar al R5 Alpine Turbo, con 110 CV y capaz de rozar los 186 km/h.

Renault 5

Con este modelo, Renault ofreció un 'edulcorante' a quienes soñaban con el R5 Turbo, un coche de carreras con motor trasero, desarrollado para los rallies, donde empezó a correr en 1979, y producido en versión de carretera en dos series, ambas con 160 CV.

Renault 5

El R5 terminó oficialmente su carrera en 1984, aunque el modelo que lo sustituyó, el Supercinco, fue en realidad una evolución profunda y directa del mismo (con un nuevo frontal y motores transversales, entre otras cosas).

Este vehículo casi llegó a los 3,5 millones de unidades matriculadas. Desde luego, no hay quien ponga en duda el éxito ni del R5 ni del Supercinco, aunque el Clio también se está ganando estar a su altura, ¿no crees?