En el salón del automóvil de París del año 1988, el fabricante francés Citroën presentó un prototipo denominado Citroën Activa, creado como una declaración de intenciones y como un escaparate de la tecnología de la época, sobre todo en el ámbito de la famosa suspensión hidroneumática de la marca.

Este prototipo resultó ser un auténtico banco de pruebas para algunas soluciones que acabaron incorporando el Citroën XM, lanzado un año más tarde, en 1989, y después el Citroën Xantia. 

Ambicioso y de corte futurista, el Activa adelantaba la suspensión Hidractiva de Citroën, basada en la hidroneumática estrenada muchos años antes con el Traction 15Six H, en 1954, aunque después llegó a muchos modelos, como el Citroën DS, el SM y el CX, y posteriormente a los GS y BX.

Fue creado en el centro de desarrollo de la marca, con la colaboración de Art Blackslee, el por entonces director del Centro de Diseño de Citroën en Velizy. El habitáculo, por ejemplo, ya contaba con un montón de pantallas digitales, además de puertas traseras 'suicidas', de apertura inversa. 

Citroën Activa concept (1988)

Además del cuadro de instrumentos y diversas pantallas con información auxiliar (como temperaturas), los mandos de la climatización también eran digitales. Algo que no era demasiado habitual hace 32 años.

El coche en cuestión contaba con tres centralitas electrónicas diferentes, aunque interconectadas entre sí: una para la suspensión (capaz de alterar la altura y dureza sobre la marcha), otra para la dirección (que era 'by wire', de control electrónico, sin conexión física entre el volante y las ruedas) y una tercera dedicada a los sistemas automáticos y de comodidad a bordo. 

Citroën Activa concept (1988)
Citroën Activa concept (1988)
Citroën Activa concept (1988)

Según la marca, el Activa destacaba por ser muy ágil en las maniobras de aparcamiento y por ofrecer una gran seguridad a altas velocidades. Gozaba de un eje trasero direccional, accionado por motores hidráulicos en cada una de las ruedas, y además las dos ejes eran motrices, de manera que se trataba de un concept de tracción total.

Bajo el capó escondía un motor V6 de gasolina, con 24 válvulas, que ofrecía una potencia de 200 CV y que, más adelante, se utilizaría en la versión tope de gama del Citroën XM.