Seguro que muchos recordáis el clásico Chevrolet Bel Air, un modelo nacido en los años 50 que estuvo a la venta durante dos generaciones y dos décadas, y cuya denominación quiso revivir el fabricante americano hace 21 años, con un prototipo presentado en el Salón del Automóvil de Detroit del año 2002.
El Chevrolet Bel Air Concept de las imágenes, de 4,85 metros de largo, es un prototipo descapotable inspirado en el legendario modelo tradicional, en este caso con una carrocería de dos puertas y con un motor de nueva generación, mucho más prestacional que el original.
Galería: Chevrolet Bel Air Concept (2002)
Si bien el concept nunca llegó a hacerse realidad en el siglo XXI, lucía unas líneas similares a las del modelo clásico, con una marcada línea de cintura, poderosos hombros o faros delanteros prácticamente cuadrados, además de una generosa altura y una elevada postura de conducción, similar a la de los clásicos de la marca americana.
Por supuesto, no falta la característica pajarita de Chevrolet en la parrilla de este Bel Air moderno, unas llamativas llantas de aluminio en diseño de cinco radios dobles y de 18 pulgadas de diámetro o un curioso parabrisas curvado con marco metálico. La boca del depósito de gasolina, por cierto, iba escondida bajo uno de los pilotos traseros.
Chevrolet Bel Air Convertible de 1955
El prototipo, basado en un chasis de largueros, escondía un motor Vortec 3.500 turboalimentado de cinco cilindros en línea, basado en la familia de propulsores de los modelos medios de General Motors, como el Chevrolet Colorado, el GMC Canyon o el Hummer H3, de entre 2004 y 2006.
El bloque de aluminio, que se combinaba con una transmisión automática Hydra-Matic 4L60-E de cuatro velocidades, ofrecía una potencia de 320 CV y un par motor máximo de 427 Nm, que iba a parar íntegramente al eje posterior. Un botón 'TURBO' en el volante, además, permitía acceder a una puesta a punto más agresiva para el motor, con mayor potencia.
En cuanto al interior, el diseño estaba claramente inspirado en el pasado y protagonizado por el color rojo, presente en los tapizados del salpicadero o las puertas, y combinado con otras zonas en un tono crema, como la banqueta de asientos, que además se podía deslizar hacia delante para facilitar el acceso a las plazas traseras.
Entre los elementos más llamativos del habitáculo destacaban el volante de tres radios, también en color rojo, el panel de instrumentación al estilo clásico, con marcadores horizontales tanto para las revoluciones del motor como para la velocidad, o la clásica palanca de cambios instalada en la columna de dirección, un detalle también muy americano.