Las conversiones de coches clásicos a vehículos eléctricos tienen puntos favorables y negativos, pero la realidad es que son cada vez más habituales. Lo normal es quitar el motor de gasolina e instalar una unidad eléctrica más una batería. 

Eso significa un mayor peso, pero también la posibilidad de que el automóvil 'campe a sus anchas' por zonas de bajas emisiones o con restricciones de movilidad. En el caso de este Mini del año 1967, la buena noticia es que no ha hecho falta una gran batería para lograr una autonomía razonable.

Originariamente, este coche tenía un motor de apenas 850 cm3 con menos de 40 CV, pero ahora puede presumir de contar con un propulsor de origen Tesla y ¡nada menos que 300 CV! Además, el peso del vehículo tan solo se ha aumentado 40 kilos.   

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La capacidad de la batería es de 33 kWh, suficiente para un coche tan pequeño y ligero, que apenas supera los 680 kilos. Gracias a esta cifra tan contenida, la relación peso/potencia resulta sobresaliente, por lo que el Mini debería ser muy rápido. 

Si alguna vez has conducido este vehículo clásico, sabrás que, incluso con su diminuto motor, sigue siendo bastante ágil, así que imagina multiplicar casi por ocho la potencia original y tenerla de forma instantánea.

Según Petrol Ped, que tuvo la oportunidad de conducirlo y hablar con su constructor, es tan divertido como estás pensando. La verdad es que te tienes que quedar pegado al asiento a la mínima insinuación con el acelerador...

Con una autonomía real de unos 240 kilómetros según el preparador, parece un vehículo urbano totalmente utilizable para el día a día, pero que también puede ser el campeón de los 'grandes premios' en los semáforos, gracias a su fuerte aceleración. 

No te pierdas el vídeo adjunto, porque el Mini conserva el encanto y el aspecto del original, pero a su vez resulta considerablemente más rápido y todo sin emitir gases de escape. 

Fuente: Petrol Ped / YouTube