En la próxima subasta de Barrett-Jackson, que se celebrará el próximo mes de enero, un modelo promete destacar del resto del lote disponible. Se trata de un Taylor Aerocar, de 1954, que, como su nombre indica, es un vehículo volador.
En total, el ingeniero aeronáutico Moulton Taylor fabricó cinco ejemplares, que se caracterizan por sus alas y cola desmontables, que pueden transportarse en un remolque. ¡Qué gran idea!
Este automóvil está certificado por la FAA, la Administración Federal de Aviación de Estados Unidos, y por lo tanto puede volar sin restricciones adicionales a las impuestas a todas las aeronaves en el país norteamericano.
El ejemplar que se va a subastar suma menos de 25.000 kilómetros en la carretera y 781 horas de vuelo. Se suministra con un remolque de casi 3,0 metros de longitud, que permite el transporte del equipo de vuelo. Tanto las alas como la cola se pueden instalar en el coche en aproximadamente una hora.
El Taylor Aerocar también se puede utilizar como un pequeño biplaza de ciudad, para aquellas personas que deciden dejar las piezas del avión en el garaje. Eso sí, en aire, tiene una amplia autonomía de 480 kilómetros y puede alcanzar 160 km/h.
Para lograrlo, recurre a un motor bóxer, de cuatro cilindros, con 5,2 litros y 150 CV. Está situado en la parte trasera del vehículo y se combina con una caja manual de tres velocidades. En vuelo, es asistido por una hélice de doble tornillo, con un diámetro de 1,93 metros.
La singularidad del Taylor Aerocar podría generar un destacado interés durante la subasta, aunque sus estándares de seguridad no son elevados, sobre todo en términos de robo y también en la carretera.
Todavía no se ha fijado un precio de reserva, pero probablemente se venderá por una cifra elevada, más por el tema exótico que por el ámbito práctico. ¿Pujarías por él?