Su potencia es la propia de una versión intermedia de un coche urbano moderno: 98 CV. Los neumáticos son de un tamaño que hoy en día corren el riesgo de ser pequeños... incluso, como rueda de repuesto: 175/60 R14.
Sin embargo, con estos números de amateur, el Peugeot 106 Rallye sigue siendo una opción muy a tener en cuenta en tramos de montaña... y carreras en cuesta.
Nacido en octubre de 1993, últimamente, se ven muchas menos unidades de este ya clásico deportivo por la calle. En parte, porque han sido renovados por opciones más potentes. En parte, porque su uso intensivo en la competición no siempre ha acabado bien.
Espartano hasta el extremo (lo que le hacía todavía mejor)
Reglaje eléctrico de espejos y ventanillas: prohibido. Sistema de ventilación interna: reducido al mínimo (se eliminan las rejillas de ventilación centrales y sus conductos). El desafío de los ingenieros franceses contra el peso fue despiadado y supuso algún que otro sacrificio. Sin embargo, la recompensa merecía la pena: 816 kilos.
De este modo, los 98 CV del motor de 1,3 litros y cuatro cilindros adquirieron un significado muy diferente. Recordemos que se trababa del mismo propulsor que empleaba el 205 Rallye, pero con inyección Magneti Marelli en lugar de carburadores, lo que significó una reducción de potencia de los 103 a los mencionados 98 CV.

Pero además de un peso reducido, este 'liliputiense' también anunciaba unas dimensiones contenidas: 3,56 metros de largo, 1,61 de ancho y 1,36 de alto, combinados con una batalla de 2,38 metros.
De este modo, no es de extrañar que fuera capaz de alcanzar una velocidad máxima de 190 km/h y acelerar de 0 a 100 en 10,3 segundos.
Disponible en blanco, rojo o negro, el hecho de contar solo con tres colores exteriores tampoco parecía un problema. A fin de cuentas, estaba nacido para correr... como demostraban sus llantas de chapa, también blancas.
Del mismo modo, no era un coche para todo tipo de conductores. Como fue habitual en los años 80 y 90, la transición del subviraje al sobreviraje era tan rápida que había que estar hábil con la dirección. Algo que tampoco era sencillo, dado que no resultaba especialmente veloz en su manejo y reacciones.
Sin embargo, una vez 'conocida' su naturaleza, el 106 Rallye brindaba esas sensaciones que solo pueden ofrecer los coches 100% analógicos. En parte, por la respuesta del motor atmosférico de gasolina, que entregaba la potencia máxima a 7.200 rpm y los 108 Nm de par a 5.400 vueltas.

En 1996, apenas tres años después del lanzamiento, hubo una puesta al día que trajo consigo un nuevo motor, de 1,6 litros y 8 válvulas, que entregaba 118 CV. Otras modificaciones afectaron a la caja de cambios o al tren trasero, donde se equiparon frenos de disco.
En algunos mercados, se siguió conociendo como Rallye; en otros, pasó a comercializarse el S16, con 16 válvulas y 120 CV. ¿Cuándo volveremos a ver un coche como este en nuestras carreteras? Lamentablemente, parece complicado...