Cuando piensas en el agente secreto más famoso del mundo cumpliendo con su última misión, no existe otra marca asociada al personaje que no sea Aston Martin. Ya sea por las calles de Mónaco o por las verdes carreteras de Escocia, la firma británica es sinónimo de James Bond. En este sentido, se afirma que el DB5 es el automóvil más famoso del mundo, como resultado de ser conducido por el agente secreto 007, pero ¿cómo sucedió?

Bentley Blower, el primer vehículo de James Bond
Lo cierto es que Bentley era, en realidad, la marca de automóviles preferida por Bond, según las novelas de Ian Fleming. De esta manera, un Bentley Blower aparece en las novelas originales de Casino Royale, Live and Let Die y Moonraker. Sin embargo, en esta última, su apreciado Blower llega a su fin y el agente James Bond necesita un nuevo vehículo para su transporte. Una carta al propio Fleming de un admirador, le sugirió que un Aston Martin DB3 era el vehículo perfecto para sucederlo. Y así fue cómo este último apareció en el libro titulado Goldfinger.

Así las cosas, cuando las épicas aventuras de 007 dieron el salto a la gran pantalla, los productores de la película disponían de un presupuesto muy limitado. En las películas El Dr. No y From Russia with Love, las persecuciones con vehículos se redujeron a la mínima expresión y las pocas que se hicieron, se llevaron a cabo con automóviles de alquiler, con un coste bastante razonable. Goldfinger fue el siguiente ejemplo y, para entonces, los productores se mostraron más proclives a introducir modelos de Aston Martin, como sucedía en la novela.
En aquel momento, lo último de Aston Martin era el DB5, una evolución del exitoso DB4. Debajo de la elegante carrocería, con diseño italiano, se escondía un motor de 4,0 litros de cilindrada que desarrollaba una potencia de 282 CV. Este aspiracional Gran Turismo era el modelo ideal. Elegante, compacto y fornido, suponía el complemento perfecto para el agente Bond. La única pega fue que Aston Martin no estaba interesada en participar en la película.

Después de unas acaloradas discusiones entre la marca de coches y los productores, los responsables de Aston Martin ofrecieron a la productora de Goldfinger un vehículo a un precio razonable. Se llegaron a considerar incluso otras marcas como Jaguar, pero la idea inicial de Fleming se mantuvo hasta que consiguieron seducir a Aston. El acuerdo definitivo se cerró con la cesión de una unidad de desarrollo del DB5, con la condición de que fuera devuelto a la marca cuando finalizara el rodaje.
John Stears, experto en efectos especiales de Goldfinger, comenzó a trabajar creando dispositivos que no figuraban en el listado de opciones de Aston Martin. Cuando terminó, el resultado final parecía un DB5, pero albergaba numerosas sorpresas, como ametralladoras camufladas, blindaje a prueba de balas, generador de humo, matrículas giratorias, chorros de aceite, radar y un asiento eyectable. Era un compendio de tecnologías que consiguió asombrar a todos los aficionados del cine y del mundo del motor.

En 1964, Goldfinger llegó a la gran pantalla, protagonizada por el Aston Martin DB5, junto a un James Bond caracterizado por el actor Sean Connery. En ella, los productores lucieron toda la acción automovilística que faltó en las anteriores películas de la saga. En los 110 minutos que dura la película, el DB5 quedó inmortalizado para la historia, por ejemplo, en la persecución del Rolls-Royce de Goldfinger hasta llegar a su guarida.
Así la cosas, varios coches han ido y venido en las posteriores películas de James Bond, pero el DB5 ha sido el que más veces a protagonizado escenas en las aventuras del agente secreto.