Si las paredes de los edificios de Mirafiori y de todas las demás sedes y oficinas de Fiat pudieran hablar, seguro que tendrían anécdotas que contar sobre el trasfondo del diseño de los coches más famosos de la marca turinesa, y sobre cómo los ingenieros se devanaban los sesos para satisfacer las exigencias, sobre todo en materia de costes.

Una de estas historias que todavía se cuenta hoy, quizá la más famosa, se refiere al que se considera el primer coche pequeño de la marca y el primer automóvil "moderno". Hablamos del Fiat 500 nacido en 1936 y apodado 'Topolino', una verdadera joya de la sencillez.

Gran rendimiento y poco gasto

La necesidad de un coche pequeño, barato y de gran volumen se puso de manifiesto en las oficinas de Fiat a principios de la década de los años 30, según algunas fuentes a instancias directas del propio Benito Mussolini, que quería acelerar la motorización del país, de igual forma que posteriormente hizo Hitler en Alemania empujando a Porsche a diseñar el famoso Escarabajo. 

La tarea en Italia cayó finalmente en el joven y prometedor ingeniero Dante Giacosa, a quien se le impusieron algunas condiciones, empezando por la directriz de que el modelo no debía superar las 5.000 liras de la época, aunque finalmente superó esta cifra y con creces.

Galería: Fiat 500 "'Topolino', imágenes técnicas

Giacosa diseñó un coche que destacaba por la sencillez en muchas de sus soluciones, desde el chasis con dos largueros perforados hasta una suspensión trasera con media ballesta que salía de los propios largueros (más tarde sustituida por una ballesta completa convencional). No obstante, donde realmente se superó fue en el motor de este 'Topolino'.

Movimientos naturales

Para reducir al máximo los costes, Giacosa eliminó todos los componentes que podían ser sustituidos por soluciones "naturales". Así diseñó un motor con lubricación por salpicadura (el cigüeñal y otros dispositivos se lubricaban por sí mismos, con su propio movimiento) y una bomba de aceite muy básica, mientras que prescindía por completo de bombas en los circuitos de refrigeración y combustible.

Muchas funciones estaban aseguradas por la colocación de los diferentes elementos auxiliares, como el radiador o el depósito, ambos montados por encima del motor, de manera que el primero aprovechaba la tendencia del agua caliente a subir hacia él, para ser refrigerada por un ventilador con cuatro aspas.

Fiat 500 'Mickey Mouse' 1936, transparencia

Fiat 500 'Topolino' de 1936

El suministro de combustible era por gravedad, a través de un grifo que podía cerrarse desde el interior, ya que el pequeño depósito de 21 litros estaba justamente delante del salpicadero.

El motor del Topolino era un cuatro cilindros con una cilindrada de algo más de medio litro (569 cm3, con un diámetro y una carrera de 52 x 64 mm respectivamente), válvulas laterales movidas mediante bielas y balancines por un árbol de levas en el cárter, y un único carburador Solex horizontal de 22 mm.

Sin embargo, la potencia de apenas 13 CV y el par motor de unos 32 Nm fueron suficientes para impulsar un coche de 3,2 metros de longitud y algo más de media tonelada, que alcanzaba poco más de 80 km/h, lo que supuso un resultado muy bueno, con un consumo medio de 6,0 litros cada 100 km.

Prueba Fiat 500e

Fiat 500e actual, 100% eléctrico.

La producción del Fiat 500 'Topolino' continuó durante 10 años tras el final de la Segunda Guerra Mundial, con tres series y los famosos y populares derivados familiares y comerciales (Giardiniera y Furgoncino), que sumaron más de medio millón de unidades.

Su lugar fue formalmente ocupado por el 600 en ese mismo año de 1955, aunque el nombre 500 y el enfoque extremo en la economía fueron revividos solo dos años más tarde en el Nuevo 500, de nuevo diseñado por Giacosa pero esta vez impulsado por un motor bicilíndrico trasero refrigerado por aire, que también se convirtió en legendario.