En un momento en el que todos los fabricantes están electrificando su gama, Bugatti sigue resistiéndose a esta tendencia. De hecho, es una de las pocas marcas que no ofrece alternativas eléctricas... de momento.
La firma francesa solo monta en sus hiperdeportivos el propulsor W16, con cuatro turbocompresores, que parece condenado a desaparecer... aunque tenemos buenas noticias al respecto. Stephan Winkelmann, máximo responsable de Bugatti, ha asegurado que esta mecánica está lejos de jubilarse y, es más, parece que seguirá utilizándose durante los próximos años.
Galería: Bugatti Centodieci
No obstante, Winkelmann está abierto a expandir la familia de motores aprovechando el 'banco de órganos' del Grupo Volkswagen. Por ejemplo, con el 6.5 V12, atmosférico, de Lamborghini, o con el 4.0 V8, biturbo, de la familia RS de Audi. Estos propulsores sí vendrían acompañados por unidades eléctricas, para incrementar la potencia sin que aumenten los consumos ni las emisiones contaminantes.
A pesar de esta alternativa, el bloque W16 siempre será el corazón de la familia Bugatti. Además, con la desaparición de los grandes motores de combustión, hay una alta posibilidad de que los Bugatti W16 se conviertan en vehículos aún más exclusivos.
No en vano, el Veyron se ha hecho cada vez más popular con el paso de los años y todo apunta a que al Chiron seguirá el mismo camino. Si este hiperdeportivo se vende hoy en día por 2,5 millones de euros, su valor podría dispararse en los tiempos venideros.
Tomemos el ejemplo del Veyron. En 2011, era posible encontrar un ejemplar de segunda mano por 600.000 euros. Actualmente, para conseguir una unidad en el mercado de usados, el interesado debe abonar más de un millón de euros.
Curiosamente, las restricciones contaminantes podrían beneficiar a los clientes de un Bugatti. Paradojas de la automoción...
Fuente: Autocar