Como muchos fabricantes en los años 70 y 80, Ferrari buscó crear un modelo futurista, reinterpretando uno de sus vehículos. De hecho, cuando ves el Modulo, diseñado en 1970, es difícil creer que se basó en el 512 S de competición. Fue obra de Pininfarina, que no tuvo ninguna cortapisa para desarrollarlo.
Paolo Martin, padre del Peugeot 104 y el Rolls-Royce Camargue, se convirtió en el responsable de las líneas maestras del Modulo. Su trabajo tomaba como base muchos conceptos de la aviación, incluyendo la cabina abierta.
Con una altura de 93,5 centímetros, una longitud de 4,5 metros y una anchura de algo más de 2,0 metros, el Modulo mostraba un perfil aerodinámico y tenía un centro de gravedad muy bajo.
Este prototipo contaba con una sola puerta, que integraba el parabrisas. Esta tecnología, digna de un avión de combate, confería al coche un aspecto singular. Para una mayor eficiencia aerodinámica, las cuatro ruedas estaban parcialmente carenadas. Detrás de la cabina, la carrocería lucía 24 orificios de ventilación que representaban los 12 cilindros en V del motor.
Esta mecánica, de 5,0 litros de cilindrada, desarrollaba 550 CV, una potencia enviada exclusivamente al tren trasero a través de una caja manual de cinco velocidades. El Ferrari Modulo era capaz de alcanzar una velocidad de 354 km/h y pasar de 0 a 100 en poco más de 3,0 segundos.

Además, el modelo italiano tan solo pesaba 900 kilos. Su debut se produjo en el salón de Ginebra de 1970, con una colorida decoración exterior, aunque, posteriormente, se pintó de blanco, tal y como muestran las imágenes adjuntas.
En el habitáculo, el salpicadero era muy sencillo, al igual que el volante. El conductor y el pasajero tenían a su lado dos esferas imponentes que servían como control multifunción y salida de ventilación. Asimismo, varios indicadores estaban distribuidos por todo el salpicadero, incluso delante del pasajero.
El Ferrari Modulo ganó 22 premios de diseño a lo largo de su carrera por su aspecto innovador. ¿Crees que ahora está tranquilamente retirado en un museo? No, en absoluto. El famoso director, empresario y diseñador de supercoches, James Glickenhaus, compró este modelo en 2014 y, actualmente, está trabajando duro para convertirlo en un modelo totalmente funcional.
Ojalá veamos este vehículo en las carreteras, pero también deseamos que no le suceda nada, para poder seguir admirando sus líneas únicas durante mucho más tiempo.