Según la DGT, casi el 40% de los accidentes de tráfico se producen en situaciones de baja visibilidad y, en invierno, las horas de luz se reducen drásticamente.
Aunque no lo creas, los faros de los coches pueden perder gran parte de su eficacia si están sucios, desajustados, si emplean una bombilla demasiado antigua... Por eso, es importante que el sistema de iluminación de tu coche está en plena forma.
1.- Revisa que funcionan todas las luces. Si algún componente del sistema de iluminación de tu coche no funcionase, perderás visibilidad y, a la vez, dificultarás que el resto de vehículos perciban tu posición, no podrás señalizar bien los cambios de carril...
2.- Revisa que los faros están bien reglados. Si los faros de tu coche emplean bombillas halógenas y vas a viajar con carga, recuerda que debes regular la altura de los faros para evitar deslumbrar al resto de conductores. La mayoría de estos modelos incluye un mando en el salpicadero con tres posiciones. Debes consultar en el manual de tu coche cuál utilizar, en función del número de ocupantes y del equipaje que transportes.
En los coches dotados de faros de xenón o con tecnología de tipo LED, no es necesario realizar esta operación, ya que, por ley, este tipo de automóviles cuentan con un sistema de nivelación automático.
3.- Si un faro está apuntando al suelo... Lo más probable es que esté caído, algo que limita su alcance. Para solucionarlo, debes acudir a un taller para que lo regulen correctamente.
4.- Si el faro está opaco... Se debe a que el sol ha quemado la superficie de plástico, algo que, a su vez, provoca que la capacidad de alumbrado disminuya notablemente. Para solucionarlo, basta con restaurar su superficie (tiene un precio de unos 25 euros en un taller).