Dyson
La compañía británica, conocida por sus aspiradoras, secadores de manos y de pelo, y otros electrodomésticos, recientemente intentó ingresar en un mercado completamente nuevo.
Los primeros rumores de que Dyson estaba trabajando en un automóvil eléctrico se filtraron a la prensa en 2016, pero nadie les otorgó ninguna importancia. Otras compañías, como la petrolera Shell, también anunció un proyecto similar, e incluso Apple prometió desarrollar su propio dron.
Pero el jefe de la compañía, James Dyson, estaba decidido. Además de la costosa compra de la compañía Sakti3, con sede en Michigan, que produce baterías de iones de litio, anunciaron una nueva plantilla de empleados y reclutaron muchos ingenieros de Aston Martin, BMW y Tesla.
La compañía incluso comenzó a construir una fábrica en Singapur, aunque los británicos se mostraron reacios a compartir detalles técnicos sobre sus vehículos. Se alegó que los modelos eléctricos de Dyson no tomarían prestada ninguna plataforma ya existente.
Pero el otoño pasado, la historia del proyecto, en el que Dyson invirtió hasta 500 millones de libras esterlinas, se vio truncada después de anunciar el cierre del negocio de automóviles, debido a las escasas perspectivas del mercado y los intentos fallidos de encontrar inversores.
Tucker
El empresario estadounidense Preston Tucker creó un automóvil que se adelantó a su tiempo. Tucker Corporation apareció después del final de la Segunda Guerra Mundial, cuando los 'Tres Grandes' (Ford, General Motors y Chrysler) continuaban fabricando coches nacidos en el periodo de entreguerras y no tenían prisa en actualizar su catálogo comercial.
La nueva compañía mostró un sedán, de motor trasero de aluminio, arquitectura bóxer y seis cilindros. La suspensión era independiente, equipaba frenos de disco, un faro giratorio central, además de un parabrisas que se desprendía en caso de colisión. Pero sin duda, su diseño futurista fue su mejor carta de presentación.
El precio de venta del Tucker Sedan fue de 2.500 dólares, que era entre 500 y 1.000 dólares más barato que el precio de sus competidores, como los obsoletos Lincoln y Cadillac. De esta forma, las falsas acusaciones hacia Tucker le obligaron a emprender una larga y costosa batalla judicial. ¿Resultado? Solo se fabricaron cincuenta automóviles. En la actualidad, uno de ellos puede alcanzar los 2.000.000 de dólares.
Edsel
En la segunda mitad de los años 50, General Motors ocupó el primer lugar en el mercado estadounidense en términos de ventas. Era el mérito cosechado por una amplia gama de marcas: Chevrolet, GMC, Pontiac, Buick, Oldsmobile y Cadillac, destinadas a diversos segmentos y tipos de clientes. Es decir, GM ofreció vehículos para casi todos los gustos y colores.
Ford decidió que expandir la gama tampoco le perjudicaría: Ford, Mercury y Lincoln se unieron a la marca Continental, resaltada en una firma secundaria separada. Pero esto no pareció suficiente para los gerentes.
En 1957, representantes de la empresa anunciaron con orgullo la creación de la marca Edsel, llamada así en honor del hijo del fundador de la compañía, Henry Ford. La marca ocupó un hueco entre Mercury y los costosos Lincoln. A pesar de la publicidad, durante el primer año de ventas, se matricularon unos 70.000 vehículos, pero en dos años, las adquisiciones se desplomaron.
Se buscaron muchas explicaciones, aunque las escasas diferencias con los modelos de Ford y de Mercury, mucho más asequibles, fue fundamental para su caída en desgracia. En solo dos años, Ford decidió abandonar este proyecto.
TVR
La marca británica TVR existió durante algunos años, pero su historia no fue menos trágica. Lleno de fuerza y entusiasmo, el ingeniero de 23 años Trevor Wilkinson fundó la compañía un año después del final de la Segunda Guerra Mundial.
Quería construir modelos de competición, pero comenzó con el mantenimiento y reparación de turismos y camiones. El primer chasis con un motor de 1,2 litros de cilindrada, de procedencia Ford, lo construyó en 1949. La empresa presentó el coche, denominado TVR Coupe, nueve años más tarde.
Los deportivos de TVR tuvieron una demanda aceptable, pero sus problemas fueron la calidad de construcción mediocre y, como resultado, numerosos fallos mecánicos, que dieron lugar a la mofa en los círculos automovilísticos británicos.
La compañía cambió de manos en varias ocasiones, rondando en varias ocasiones la bancarrota, aunque a mediados de la década de 2000 la compró el oligarca ruso Nikolai Smolensky. Poco después, la producción tocó a su fin.
Spyker
Inicialmente, la empresa holandesa Spyker, que existió desde 1880 a 1926, se dedicó a la producción de carruajes y, posteriormente, a los automóviles. A fines de la década de 1990, los holandeses decidieron resucitar la marca, creyendo que el nombre histórico ayudaría a las ventas de modelos deportivos.
El diseño de vehículos exóticos casaba bien con la tradición de la firma. Sin embargo, los grandes costes de desarrollo y producción hicieron fracasar el proyecto. Una grave crisis financiera, en 2008, obligó a la marca a tomar decisiones drásticas. Spyker fue declarado en quiebra a finales de 2014, sin embargo, después de un mes y medio, los holandeses apelaron ante el tribunal y, con mucho éxito, después de medio año de litigios, la compañía reanudó su trabajo.
Desde entonces, Spyker ha anunciado en repetidas ocasiones nuevos proyectos para la producción de coupés y crossovers. Entre sus socios, se especuló con Lotus y Koenigsegg, pero la realidad es que no se llegó a nada concreto.
Saturn
A principios de la década de 1980, la preocupación de General Motors pasaba por varios aspectos. El fabricante realizó una reducción de sus modelos clásicos y se deshizo de los vehículos que más consumían, a raíz de la crisis del petróleo, en 1973. En ese momento, la empresa decidió apostar por automóviles de nueva factura.
En ese contexto, apareció la marca Saturn. Además, los primeros modelos de producción, que se comercializaron en 1990, tenían un diseño muy diferente al resto. Se construyeron en una nueva fábrica, utilizando componentes especialmente diseñados para ellos, y para su venta, incluso crearon su propia red de concesionarios.
Los compradores inmediatamente se interesaron por la nueva marca y después de cinco años, la unidad un millón de Saturn salía de la línea de montaje. Sin embargo, los estudios demostraron que la marca no atraía a nuevos clientes. Como resultado, las ventas de los modelos compactos de General Motors empezaron a disminuir y, por ende, Saturn ya no tuvo el éxito que se le auguraba.
A mediados de la década de 2000, Saturn se había convertido en una marca más, sin mucho tirón comercial, hasta que desapareció en 2010.
Scion
Un experimento similar con la creación de una nueva marca se realizó por parte de Toyota. Después del exitoso lanzamiento de la firma Premium Lexus, los japoneses decidieron que la imagen de la línea, dirigida principalmente a clientes con cierta edad, impedía que los jóvenes clientes norteamericanos se acercasen a sus concesionarios.
En 2002, en el salón de Nueva York, tuvo lugar el estreno de la marca Scion, que la compañía posicionó como una marca para la generación Y.
La primera alarma sonó durante la crisis financiera de 2008, cuando la gerencia de la compañía comenzó a pensar en cerrar la marca. Las ventas cayeron bruscamente, ya que el público objetivo no tenía poder adquisitivo debido a la crisis.
El veredicto final para la marca se firmó en 2016, con el anuncio de su cierre. Los modelos que quedaban por comercializar se siguieron vendiendo bajo la marca Toyota. Por ejemplo, el crossover C-HR, que fue creado originalmente como Scion.
Vector
La historia de Vector Motors comenzó en la década de 1970, cuando el joven diseñador Gerald Wigert, quien ayudó a desarrollar la hegemonía de los 'Tres grandes' estadounidenses, decidió comenzar su propio negocio. La compañía fue fundada en 1971 y nació con un concepto superdeportivo llamado The Vector. Y unos años después fue presentado en el salón de Los Ángeles.
Wigert quería construir modelos bellos y rápidos, pero cada año incrementaba el precio de sus vehículos, que incluso no habían empezado a fabricarse. El primer prototipo estuvo listo en 1979.
Pasaron los años, pero el inicio de la producción no arrancaba. Finalmente, eso sucedió en 1989, cuando el Vector W8 vio la luz. El superdeportivo finalmente equipó material procedente de General Motors. Entre sus primeros clientes, el famoso tenista norteamericano Andre Agassi, quien adquirió un vehículo pero quedó defraudado por la escasa calidad de fabricación... de un coche que costaba 455.000 dólares. Wigert tuvo que devolver el dinero.
Su reputación se vio irreparablemente dañada y, en los siguientes cuatro años de producción, la compañía logró vender solo 17 automóviles. Desde mediados de la década de 2000, no hemos vuelto a tener noticias de la compañía.
Bricklin
¿Conoces a muchos fabricantes de automóviles de Canadá? En el siglo pasado, Estados Unidos se convirtió en la cuna de la industria automovilística de Norteamérica, mientras que Canadá se limitaba a importar vehículos de su país vecino o de Francia.
En la primera mitad de la década de 1970, los compradores dirigieron su atención a los vehículos compactos de Europa y Japón, más económicos. A raíz de eso, la empresa canadiense Bricklin estrenó un automóvil deportivo, denominado SV-1. Se trata de un compacto, con diseño coupé, puertas de ala de gaviota y una carrocería de fibra de vidrio.
Bricklin estaba equipado con los mismos motores y cajas de cambios que se instalaban en los automóviles estadounidenses más comunes. Sin embargo, la fiabilidad se vio comprometida por la escasez de componentes y el suministro de piezas, por parte de los fabricantes norteamericanos.
Y si a todo lo anterior, le añadimos un precio de venta elevado, puedes imaginar cómo acabó el proyecto SV-1. La producción duró menos de dos años, durante los cuales la compañía logró producir solo unos 3.000 automóviles. A fines de la década de 2000, intentaron revivir la firma con el proyecto de un automóvil eléctrico, pero nunca llegó a la línea de montaje.
DeLorean
Una de las marcas más famosas que duró solo unos años fue DeLorean. Se hizo famosa gracias a la trilogía de películas 'Regreso al futuro', en la que interpretó el papel de una máquina del tiempo. DeLorean Motor Company fue fundada en 1975 por John Delorian, quien dejó General Motors.
Con una amplia experiencia en ingeniería, Delorian hizo un gran esfuerzo para crear el primer automóvil de su propia marca, cuyo diseño fue realizado por el propio Giorgetto Giugiaro. La producción del vehículo se ubicó en Irlanda del Norte: el gobierno británico estaba interesado en crear nuevos empleos y brindó apoyo financiero al empresario. El precio inicial anunciado para el vehículo era de solo 12.000 dólares, aunque cuando llegó al mercado, esa cantidad ya alcanzaba los 25.000 dólares.
Desafortunadamente, la apariencia del automóvil no coincidía con su dinámica (el DeLorean estaba equipado con un motor 2.9 V6 con 130 CV de potencia, desarrollado entre Peugeot, Volvo y Renault). Además, la limitada calidad de fabricación fue motivo de queja por parte de los compradores.
Al mismo tiempo, Delorian comenzó a tener problemas con la ley: fue acusado de tráfico de drogas, y unos años más tarde, cuando no quedaba dinero para la empresa, fue absuelto por falta de pruebas.
Marussia
Muchos fueron los intentos para crear una nueva empresa de automóviles en Rusia. Entre los proyectos más prometedores de los últimos años, encontramos a Marussia. Esta firma fue fundada por el showman Nikolai Fomenko, en 2007, con el objetivo de comercializar superdeportivos rusos, con un precio aproximado de 100.000 dólares.
Consiguió el apoyo de numerosos inversores y las expectativas parecían inmejorables, con el anuncio de numerosos vehículos, como los deportivos B1, B2 y B3, dos SUV, un híbrido urbano y algún que otro modelo más.
Las relaciones públicas activas despertaron interés en los mercados extranjeros. Marussia comenzó a aparecer en los salones del automóvil y los pedidos parecían crecer como la espuma, pero la construcción de los vehículos parecía algo más complicado.
De esta forma, solo se fabricaron unos pocos automóviles de producción, además de un par de docenas de prototipos. Al mismo tiempo, desde el punto de vista de la tecnología, diferían bastante: debido a la incertidumbre con los proveedores, había unidades equipadas con diferentes motores fabricados por Cosworth, Nissan, Audi, Toyota...
El dinero se acabó y Marussia redujo considerablemente el personal y pidió préstamos para continuar con el negocio, pero pronto se supo que la empresa estaba en bancarrota. Algo que sucedió en 2014, suponiendo el final del sueño del superdeportivo ruso.