En la mayoría de los casos, un ejercicio de diseño pretende adelantar las líneas maestras de un futuro modelo, a medio o largo plazo. En ese sentido, los prototipos que las marcas desarrollaban en la década de los 80 del siglo pasado, pretendían adelantar cómo serían los coches del futuro inminente. Nada mejor que recordar al Cadillac Voyage, una berlina de cuatro puertas, presentada en 1988, en un fastuoso acto celebrado en el hotel Waldorf Astoria, de Nueva York. Tal fue el éxito del vehículo que, un año más tarde, los responsables del proyecto presentaron la versión cupé, denominada 'Solitario'.

La pretensión de los responsables de la marca era la de mostrar cómo sería una berlina del futuro, capaz de cruzar los Estados Unidos, de costa a costa, superando la barrera de las 200 mph (321 km/h) en una hipotética autopista sin restricciones de velocidad. Para conseguir tal hazaña, el Cadillac Voyage equipaba un potente motor atmosférico 4.5 V8, que desarrollaba una potencia de 275 CV y estaba asociado a un cambio automático de cuatro velocidades. Los responsables del proyecto también indicaban que el vehículo disponía de un sistema de tracción integral AWD. 

Un año más tarde, Cadillac mostró la variante cupé, en este caso, equipada con un motor atmosférico V12, de 6,6 litros de cilindrada y 430 CV de potencia, desarrollado en colaboración con Lotus.

No obstante, te habrás fijado en la llamativa forma de la carrocería. Eso se debía al estudiado coeficiente aerodinámico de 0,28 (Cx), muy bajo incluso en la actualidad. Tengamos en cuenta que el Voyage medía 5,40 metros de longitud, así que esa óptima aerodinámica demuestra los esfuerzos realizados por el fabricante en este apartado.

Cadillac Voyage concept 1988

El interior seguía la línea futurista presente en el interior. A finales de la década de los ochenta del siglo pasado, todo lo que tuviese una pantalla digital se consideraba casi ciencia ficción. El tablero de mandos parecía la cabina de un avión de combate de la época y, para mejorar la visibilidad interior, Cadillac desarrolló una pieza de cristal tintado que partía del parabrisas y terminaba en los pilotos traseros. Unos elementos que, por cierto, ya utilizaban diodos luminosos para sus funciones, incluidos los intermitentes. Y como bloque final, dadas las grandes dimensiones del vehículo, el conductor visualizaba imágenes de la zaga a través de un monitor instalado en el salpicadero, en lo que sería la 'abuela' de las modernas cámaras traseras de ayuda al estacionamiento.

Cadillac Voyage concept 1988

Asimismo, Cadillac siempre se ha considerado una marca de lujo y este prototipo no iba a renunciar a detalles de comodidad reservados a unos pocos elegidos. En este sentido, el automóvil no disponía de cerraduras convencionales para las puertas y en su lugar utilizada un código para desbloquearlas. Al acceder al interior, tanto el conductor como los ocupantes disfrutaban de amplios y cómodos asientos con función de masaje y calefacción. El del conductor se podía regular eléctricamente y ofrecía numerosas posibilidades. Tampoco debemos olvidarnos de un avanzado (para su época) sistema de control por voz o de un primigenio navegador integrado.

Como puedes constatar, el Cadillac Voyage de 1988 adelantaba muchos elementos presentes en los vehículos actuales, respondiendo al 100%, a lo que se le pide a un concept car.