Lancia Thema 8.32
Tal vez este Lancia te parezca una clásica berlina, pero lo cierto es que bajo el capó incorpora el propulsor F105L de origen Ferrari. En concreto, se trata de un bloque 2,9 V6, con 32 válvulas, heredado del Ferrari 308.
Con 215 CV bajo el capó, el Lancia Thema 8.32 se convirtió en el coche de tracción delantera más rápido del mercado, acelerando de 0 a 100 km/h en 6,8 segundos, de 0 a 1.000 metros en 26,8 y alcanzando una velocidad máxima de 240 km/h. Más tarde, en 1989, redujó su potencia a 205 CV, para ajustarse a las normas anticontaminantes.
Renault 5 GT Turbo
Este utilitario, también conocido como Supercinco GT Turbo, fue el mayor representante de los GTI con motor turboalimentado de los años 80.
Cuando apareció, en 1986, estaba impulsado por un motor turboalimentado de gasolina, de 1,4 litros, que desarrollaba 115 CV, ofrecía un par máximo de 160 Nm y unas prestaciones superiores a las de casi todos sus rivales, con una aceleración de 0 a 100 en 7,6 segundos y 201 km/h de velocidad máxima…
En esencia se trataba del mismo propulsor que rendía 105 CV en el Renault 11 Turbo, pero con retoques como un nuevo árbol de levas, una relación de compresión que se rebajaba de 8,1:1 a 7,9:1 y un turbo que incrementaba la presión de soplado de 0,62 a 0,7 bares.
A mediados de 1987, recibió un restyling que introdujo un carburador Solex y mejoras en el encendido y en el turbocompresor Garret T2, para hacer su respuesta más progresiva. Asimismo, se incrementaron la potencia hasta los 120 CV y la velocidad máxima hasta los 204 km/h.
BMW M3
En los años 80, lo habitual al desarrollar un motor de competición era partir de una mecánica de calle y modificarla profundamente para incrementar su rendimiento.
Sin embargo, en el caso del bloque S14 del BMW M3 E30 sucedió lo opuesto: la marca alemana combinó el motor M10, de cuatro cilindros, con una versión adaptada de la culata del propulsor M88, procedente del BMW M1.
¿El resultado? Una mecánica de 2.302 cm3 con culata de 16 válvulas que, en su primera versión, desarrollaba 200 CV a 6.750 rpm. Más adelante, alcanzó los 220 CV en el BMW M3 Evolution II.
Ferrari F40
El propulsor V8 biturbo, de 2,9 litros y 478 CV, del Ferrari F40 es uno de los que más se ha hablado en las últimas décadas. ¿La razón? Esta mecánica, conocida con el código interno de F120A, incorporaba dos turbocompresores IHI que lo dotaban de una personalidad bipolar: algo perezoso hasta que comenzaban a soplar... momento en el que este Ferrari se volvía brutal e inalcanzable.
Pese a ello, para muchos aficionados, este modelo nacido para celebrar el 40 aniversario de la marca, es el mejor Ferrari de la historia. ¿Sus prestaciones? Aceleraba de 0 a 100 en 4,1 segundos y alcanzaba 321 km/h.
Ford Sierra Cosworth
Hemos utilizado el Ford Sierra como ejemplo, aunque el motor Cosworth que lo impulsaba también llegó a su sucesor, el Ford Escort RS Cosworth.
Esta mecánica de 1.993 cm3 y cuatro cilindros, entregaba 204 CV (227 en el Escort RS) y disponía de toda la tecnología que podía incorporar un propulsor de gasolina en la época: doble árbol de levas en cabeza, culata de cuatro válvulas por cilindro, inyección electrónica Weber, un turbocompresor Garrett TO-3B que soplaba a 1,55 bares y un intercooler.
¿Sus prestaciones? Aceleraba de 0 a 100 km/h en 6,6 segundos y pasaba de 0 a 1.000 metros en 26,5 segundos.
Lancia Delta Integrale
El motor del Delta Integrale 8v era una evolución del bloque turboalimentado, de 2,0 litros, que ya utilizaba Lancia.
Estaba dotado del sistema de inyección Weber Marelli, al que se añadieron nuevas válvulas, pistones y el turbocompresor Garret T3, con una presión de soplado que llegaba hasta los 1,0 bares, gracias a la función 'overboost'.
Aunque en principio desarrollaba 185 CV, gracias a sucesivas evoluciones llegó hasta los 215 CV, de la versión Evolucione II.
Mazda RX-7
Aunque técnicamente este modelo apareció en marzo de 1978, fue realmente en los 80 cuando vivió su máximo esplendor.
Bajo el capó, este Mazda incorporaba un motor rotativo, denominado 12A, que desarrollaba 130 CV. Con una aceleración de 0 a 100 km/h en 9,1 segundos y más de 205 km/h de velocidad máxima, sus prestaciones estaban en línea con las de los motores de su potencia.
Sin embargo, su motor de tipo Wankel, compuesto por dos rotores de 573 cm3, ofrecía un tacto único, imposible de encontrar en otros modelos. Se trataba de una mecánica que subía de vueltas sin vibraciones, con un sonido peculiar y un funcionamiento especialmente bueno en la parte alta del cuentavueltas.
¿Una curiosidad? Cuando llegaba a 7.000 rpm emitía un sonido que indicaba que había que cambiar de marcha.
Opel Kadett GSi 16V
Para muchos, fue el mejor motor atmosférico de gasolina, de 2,0 litros, de la época. En su versión más potente, este bloque de cuatro cilindros y 1.998 cm3, llegó a desarrollar 156 CV, gracias a la incorporación de una culata Cosworth con cuatro válvulas por cilindro (fue el primer Opel 'de volumen' que empleaba esta solución).
Sus prestaciones eran, simplemente, estratosféricas: pasaba de 0 a 100 km/h en 7,7 segundos y cubría la aceleración de 0 a 1.000 metros en 29,1 segundos... lo que significa que era más rápido que modelos como el BMW M3 y el Renault 21 Turbo.
Esta mecánica, conocida como C20XE, también estuvo presente en los Opel Vectra y Calibra.
Peugeot 405 Mi16
Aunque el vano motor que puedes apreciar arriba pertenece a un Peugeot 405 Mi16, el famoso propulsor de 1.905 cm3 XU9J4 con 160 CV, también estuvo presente en otros modelos como el Peugeot 309 GTI 16V o el Citroën BX 16V.
En esencia, se trataba de la misma mecánica que incorporaba el Peugeot 205 GTI, pero con una culata de 16 válvulas. ¿El resultado? Un propulsor que daba lo mejor de sí entre 5.000 y 7.000 rpm y que convertía en auténticos velocistas a los modelos que lo incorporaban.
Sin ir más lejos, el 405 Mi16 del que te hablábamos al principio, se convirtió en la berlina de tracción delantera y con mecánica atmosférica más rápida del mercado.
Porsche 911 Turbo 3.3
Sin duda, la variante Turbo es la más reconocida dentro de la gama del Porsche 911 y, gran parte de esa fama, se la debe al Porsche 911 (930) Turbo, con motor de 3,3 litros.
Tal y como sucede hoy día, recurría a un propulsor turboalimentado de gasolina, de seis cilindros bóxer, refrigerado por aire, que desarrollaba 300 CV de potencia. Las prestaciones eran brillantes: aceleraba de 0 a 100 km/h en 6,3 segundos y pasaba de 0 a 1.000 metros en 25,3 segundos.
Volkswagen Golf GTI 8v
Sin duda, el Volkswagen Golf GTI MkII es el compacto deportivo más icónico de los años 80.
Y su mecánica atmosférica de gasolina, de 1.781 cm3 con culata de 8 válvulas es, para los entendidos, mucho mejor que la variante de 16 válvulas. ¿Las razones? Una respuesta a bajas revoluciones demoledora para un motor de 'solo' 112 CV... que su sucesor no consiguió igualar.
Con este propulsor, el Volkswagen Golf GTI registraba una aceleración de 0 a 100 en 9,4 segundos y alcanzaba 188 km/h.