Es probable que a algunos puristas no les guste la nueva Triumph Bonneville Bobber. Sin embargo, esos deben saber que se trata de un ejercicio de estilo llevado a la serie y no de una verdadera “bobber”. No es una verdadera "bobber" porque su motor no pierde aceite, los frenos funcionan y en marcha resulta manejable; también es cómoda de conducir y no falla cada 20 kilómetros. No hay que ponerse la inyección del tétano cada vez que te sientes en ella y tampoco se trata de una moto tan exclusiva como para que necesites un buen presupuesto o estar constantemente pendiente de su mantenimiento…
Para esos tradicionalistas, si el concepto de una Triumph bonita, bien diseñada y vestida con estilo clásico te parece de alguna manera ofensivo, es mejor que dejéis de leer ahora este artículo. Todos los demás os podéis quedar. Vamos a contar cosas de la nueva clásica contemporánea de Triumph.
Primeras impresiones
Esta es una moto bonita, muy bonita. En realidad, no entiendo que a alguien pueda no gustarle. Cuanto más te acercas, más aprecias sus detalles: asiento, basculante, cromados, llantas de radios, pintura… La Bobber está disponible en cuatro colores. Para mí, los mejores son los denominados Morello Red y Competition Green/Frozen Silver. Aparca esta moto al sol y apreciarás los detalles estéticos en todo su esplendor.
Triumph ha puesto tres años de esfuerzo en este modelo y presenta ahora con orgullo el resultado de su trabajo. El ingeniero jefe Stuart Wood ha jugado un importante papel en el proyecto y cuando hablas con él puedes percibir su devoción. Durante una parada en la presentación a la prensa, en la Sierra de Guadarrama (Madrid, España), se acercó a mí para decirme: “Mira eso”. Creí que se refería al magnífico paisaje en el horizonte, pero en realidad se refería a que a pesar del derroche de tecnología moderna, todavía es posible reconocer en la Bobber la estética de las motos de los años 40 y 50.
Miles Perkins, Responsable de Gama de Triumph, cree que la Bobber está dirigida “a los usuarios que adoran la belleza en los objetos”; probablemente esté en lo cierto. En mi opinión, en el apartado estético está por encima de los modelos que la propia Triumph anticipa como sus competidoras, como la Harley-Davidson Forty-Eight, Indian Scout o Yamaha XV950.
Motor y transmisión
La Bobber no es únicamente una cara bonita. Comparte el mismo motor bicilíndrico en paralelo de 1.200cc con las Bonneville T120 y Thruxton, pero en su caso se ha perfilado de forma distinta. Triumph declara 76 CV y 106 Nm de potencia y par máximo; la última cifra es por sí sola un 10% superior a la de la T120. Los números, sin embargo, no cuentan la historia al completo.
Sobre la Bobber, la potencia se entrega con un gran sentido de la urgencia. La sientes en todas partes, en la espalda, en el pecho. Gira rápidamente el acelerador y te sentirás impulsado con fuerza y muy rápido. Un verdadero placer.
Si aceleras como las personas medio normales, sin embargo, la potencia llega de forma más suave y acorde con las calles de la ciudad. Las dos primeras relaciones de la caja de cambios son suficientemente largas para manejarte en el tráfico. Lo que también llama la atención es que, para tratarse de una homologación Euro 4, su banda de uso utilizable resulta bastante amplia antes de llegar al límite de giro del motor.
En autopista, la Bobber permite conducir relajado en velocidades legales, aunque sí podrías necesitar algo más de régimen para adelantar coches. Aunque puede rebasar fácilmente los 160 km/h, a baja velocidad si vendría bien algo más de empuje. No es que importe demasiado en una moto como esta, pero a alta velocidad sin protección aerodinámica no resulta demasiado cómoda. La sensación es mucho más agradable por debajo de 140 km/h.
Triumph se siente especialmente orgullosa del sonido del motor. Stuart asegura que el momento óptimo acústicamente hablando se percibe a 130 Km/h en quinta marcha, pero yo personalmente me quedo con el que percibes frenando en segunda a 50 km/h.
La marca británica ha desarrollado un extenso catálogo de accesorios para que el usuario elija la estética de su máquina sin que ello afecte a la garantía, y también hay escapes alternativos en esa lista. Desafortunadamente, no he tenido posibilidad de escuchar el sonido del Vance&Hines disponible.
La caja de cambios de seis velocidades resulta suave, otra de esas características que los puristas odiarán y el tacto del embrague también es ligero. La presencia del limitador de par te permite incluso hacer un poco el tonto a la hora de reducir sin bloquear por ello la rueda trasera.
Conducción y frenos
Algo que escucharás de cualquier motorista es que esta moto se maneja de forma más fácil a lo que esperas. Es ese “algo” que tienen las motos de Triumph, que hace a todas muy, muy fáciles de conducir. Así es, pero al mismo tiempo llevar la Bobber de lado a lado requiera algo de esfuerzo. Declara 228 kg de peso, por lo que en orden de marcha podría situarse en torno a los 250 kg, pero este efecto no se nota tanto por su bajo centro de gravedad.
La suspensión tiene un tacto duro, pero del que no tenemos queja. Además, absorbe con entereza las imperfecciones de la carretera. Los amantes de la conducción deportiva sufrirán por la rueda delantera de 19 pulgadas pero, de todas formas, no creo que ese tipo de usuario llegue siquiera a fijarse en esta moto.
Si hablamos de los neumáticos, el Avon Cobra delantero es de construcción diagonal, mientras que trasero es un radial específicamente diseñado para la Bobber. Esta combinación resulta inusual. A ver, está claro que no vas a “pilotar” la Bobber a tal ritmo que la goma delantera se caliente demasiado, pero al mismo tiempo tiene sentido no exigirle demasiado. Tampoco me convence la idea de los neumáticos con cámara. La tecnología disponible permite utilizar llantas de radios con neumáticos sin cámara, y creo que tendría más sentido. Si Triumph ha trabajado al máximo para ofrecer una motocicleta contemporánea de corte clásico… ¿Por qué dar pasos atrás en el apartado de los neumáticos?
Dicho todo esto, los neumáticos responden con eficacia sobre asfalto seco, y cuando llegas zonas con parches de humedad, tampoco encuentras mayores problemas. Debo admitir que nunca confío demasiado en los neumáticos de las cruiser, y menos bajo la lluvia.
Un único disco de freno delantero se encarga de detener la Bobber. En opinión de algunos de mis colegas en esta presentación, les gustaría una mayor contundencia, pero a mí me parece suficiente. A ritmo normal, puedes accionarlo con un par de dedos y conseguirás aminorar lo que sea necesario. Si conduces más agresivamente necesitarás frenar con mayor ahínco, pero sin excesos por el concepto de moto que representa.
Confort
Cuando eliges una moto como esta, la mayoría de usuarios se centra en el confort. Según uno de los probadores con los que comparto experiencia se preguntaba si un adulto de cierta edad podría pasar entre dos y cuatro horas en marcha sobre ella, aunque sea con una parada para comer. La respuesta es sí; aunque necesites parar algo más a menudo para repostar.
El depósito de la Bobber ofrece apenas 9,1 litros de capacidad, por lo que si conduces sin tenerlo en cuenta puede que el testigo de reserva se encienda poco después de cubrir 100 kilómetros. Por el contrario, si eres cuidadoso podrás recorrer unos 160 kilómetros sin preocuparte. Triumph declara una autonomía máxima que ronda los 140 kilómetros, por lo que sospecho que su cálculo resulta bastante aproximado.
Personalmente, me considero un usuario que valora las paradas, así que la limitada autonomía no me parece un gran problema. Por otra parte, el asiento y la ergonomía resultan suficientemente cómodos para no necesitar pararte antes. Una de las de las opciones que destacan es particularmente la del asiento monoplaza regulable, que puede situarse en posición más o menos alta o adelantada, según las preferencias del piloto. Una llave fija será suficiente para realizar la operación. Resulta tan sencillo que puedes realizar la operación con una sola mano.
Para mi gusto, sitúo el asiento en una posición alta y adelantada, siendo esta bastante cómoda para mi 1,82 de estatura. Si te fijas en las fotos, verás que tengo las piernas algo flexionadas por lo que será especialmente cómoda para los que no se ponen los últimos en las fotos de grupo.
Triumph ofrece distintos asientos, pero creo que si me gastase el dinero en algún accesorio, yo me decantaría por los puños calefactables, cuyo mando se encuentra en la parte izquierda del manillar. Ofrece dos posiciones (alto y bajo) y desde luego resulta más que útil en las frías mañanas de Madrid. El control de velocidad también está disponible en el catálogo de accesorios.
Al detalle
Para una moto con una apariencia tan minimalista, la Bobber está equipada con un buen nivel de tecnología; con acelerador electrónico, ABS, embrague con limitador de par, control de tracción y distintas configuraciones electrónicas de conducción.
Cambiar de modo “Road” a “Rain” es tan simple como pulsar un botón en el manillar derecho (mucho más ergonómico en el accionamiento que en la gama Tiger). En el modo “Road” el control de tracción no resulta demasiado intrusivo, ya que incluso conseguía hacer derrapar la moto al acelerar sobre las líneas blancas de la carretera.
El único reloj, cuya posición se puede elegir como ocurre con el asiento, ofrece una gran cantidad de datos en un display digital integrado en el velocímetro. Puedes navegar por el menú con un botón en el manillar izquierdo, sucediéndose los datos de odómetro, con cuentakilómetros parciales, consumo de combustible medio y actual, cuentarrevoluciones, hora y control de tracción. Afortunadamente, la marcha engranada y el nivel de combustible son visibles de forma constante.
Sin embargo, uno de los aspectos que más me gustan de la Bobber no está tan cargado de tecnología; se trata del conjunto que forman el basculante trasero y el guardabarros trasero. Unos meses antes había probado la Indian Scout Sixty y entonces mencioné que me gustaría hacer una viaje largo con ella, pero es difícil porque no hay mucho espacio en el que puedas ubicar equipaje. Con su diseño, Triumph ha solucionado este problema, quizá sin saberlo. La marca habría preferido sin duda que te compraras un par de alforjas de su catálogo de accesorios originales, pero creo que también te puede servir una buena bolsa estanca de Ortlieb o Kriega para anclarla con correas al guardabarros.
Veredicto
En esta primera toma de contacto con la Bobber por las reviradas carreteras de la Sierra de Guadarrama, mi conducción fue en algunos momentos realmente agresiva. Si eres un usuario que valora su salud y su carnet, que entiende la base de las motos contemporáneas de corte clásico, la Bobber siempre estará a la altura. Siempre te dará más de lo que le pides.
“Una parte de los clientes verá la Bobber como LA MOTO”, me transmitía uno de los responsables de la marca. “No la verán como una segunda opción, sino como una moto que podrían conducir a todas horas”, continuaba. Mirando la Bobber, inicialmente podrías pensar que se trata de una moto ingenua, pero una vez te subas en ella y pases tiempo en marcha te darás cuenta de que es no cierto. La Bobber tiene la robustez necesaria para el tráfico de la ciudad, la agilidad para las carreteras reviradas y la comodidad suficiente para los tramos de autopista.
Al comienzo de esta toma de contacto decía que prefería estéticamente la Bobber al resto de modelos que Triumph identifica como sus competidoras. También se lleva la palma en cuanto a agilidad y tecnología. En términos de rendimiento de motor sólo se ve superada por la Indian Scout Sixty (la Scout entrega 100 CV), aunque alguno que no sea muy fan de Indian discutirá este extremo. El precio de la Bobber es de 12.900 euros, pero es mucha moto, y con la que se puede hacer mucho. Por eso su precio no nos parece tan elevado.