Hace justo diez años, con motivo del salón del automóvil de París de 2010, el fabricante surcoreano Kia presentó un pequeño prototipo urbano de lo más llamativo, con puertas de tipo ala de mariposa y un aspecto, en general, muy poco convencional, sobre todo para una marca como Kia, cuyos diseños hasta la fecha solían ser más bien sobrios.

Este prototipo de fantasía coincidió con el fichaje del diseñador Peter Schreyer por parte de la firma, que llegó a Kia desde el gigante alemán Volkswagen, e introdujo el nuevo estilo de la marca, con el ya conocido frontal 'tiger nose'. 

Se trataba de un vehículo urbano y eléctrico, que fue presentado en una época en la que muchos fabricantes comenzaban a coquetear con los vehículos de cero emisiones, con ejemplos como el Nissan LEAF o el Mitsubishi i-MiEV.

El Kia Pop concept, de tres puertas, era muy compacto, con menos de 3,0 metros de longitud (de los cuales 2,06 correspondían a la distancia entre ejes) y una anchura de 1,74 metros. Aun así, su habitáculo ofrecía tres plazas. Su tamaño era similar al de un Toyota iQ, y algo más grande que un smart fortwo.

Kia Pop (2010)
Kia Pop (2010)
Kia Pop (2010)

Su sistema de propulsión estaba basado en un motor eléctrico de 50 kW, el equivalente a 68 CV, con 190 Nm de par motor máximo. Su batería, de polímero de litio y helio, fue desarrollada junto a LG, anunciaba un peso un 20% inferior a las convencionales y se podía cargar en seis horas en un enchufe doméstico, o bien en media hora en una estación de carga rápida. El Pop gozaba de una autonomía de 160 km/h y podía alcanzar una velocidad máxima de 140 km/h.

Según Schreyer, el diseño del Pop no era un adelanto de la siguiente generación de modelos de Kia, sino una mirada a un futuro más lejano. No faltan formas redondeadas, por todas partes, además de iluminación LED o un enorme techo panorámico, que se junta con el propio parabrisas, y se completa con el portón trasero o las puertas, también acristaladas.

Kia Pop (2010)
Kia Pop (2010)
Kia Pop (2010)

En el caso de las puertas, las ventanillas tienen forma de óvalo alargado. Y hay un motivo: según los cálculos de sus diseñadores, las cabezas del conductor y del pasajero delantero deberían quedar siempre en el centro de esas secciones transparentes. 

En el habitáculo, de corte futurista y ciertamente minimalista, destaca el diseño monocromático, con un tono púrpura como protagonista absoluto, así como la banqueta delantera, la pantalla LED que hace las veces de cuadro de instrumentos, los display de las cámaras que ejercían de retrovisores o un volante de curiosa forma, rectangular pero redondeado.